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jueves, 21 de junio de 2012

Viaje fuera del hogar


Es Semana Santa. Un largo fin de semana por delante. Un viaje. Sofy se deja coger, pero no la gusta nada que la metan en la jaula transportín y se remueve incómoda. Durante el viaje intenta continuamente salir de la jaula, pero sólo logra sacar las zarpas.  
En apenas 50 minutos se llega, para Sofy, a la nueva y desconocida vivienda. Nada mas salir del transportín se pasea por toda la casa. En apenas un par de horas ya se mueve con total confianza, ya se ha hecho dueña de su “nuevo territorio”. Mis hermanos ya la han preparado el comedero y la tierra higiénica.
Por la noche intenta entrar en las habitaciones, se supone que para dormir debajo de alguna cama o en algún rincón. No se la permite, y duerme sobre un trapo encima del sofá.

Sofy dormitando en un sofá de su "nuevo territorio"
Durante el día encuentra un lugar idóneo para dormitar: Sobre una silla, bajo las faldas de una mesa circular de comedor. Pero si no hay nadie, o se lo permiten, prefiere sestear encima de la mesa, aunque esté ésta llena de papeles y otras cosas.
Pasa sus buenos ratos jugando con una pelota y husmeando las plantas de la galería. Pero no deteriora ninguna planta: No es la hierba que está acostumbrada a arrancar y engullir de vez en cuando.
Reposando sobre los papeles de la mesa.
Eso sí, al igual que mi anterior mascota, no distingue un cristal transparente de la ausencia de cristal. En cierta ocasión estaba en la galería, oyó movimiento en el comedor y se lanzó corriendo, sin percatarse que tenía un muro de cristal por medio. Se dio un buen golpe. Pero el susto no la duró ni dos segundos, pues enseguida estaba inspeccionando las puertas correderas de cristal para hallar algún resquicio por el que acceder al comedor.
A la vuelta, volver a meterla en el transportín costó lo suyo. Y más de la mitad del viaje se lo pasó maullando y sacando sus patas de la jaula.

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