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martes, 20 de agosto de 2019

Sofy, la araña y el saltamontes



Es verano. Al abrir las ventanas para airear las habitaciones, a diferencia de otras estaciones, en ésta son numerosos los insectos que parecen estar esperando una ocasión para invadir los hogares: moscas, mosquitos, arañas; y en menor frecuencia garrapatas, cucarachas, avispas, saltamontes, etc.

Una noche, al acostarme observé una araña en una pared de la habitación, a una altura del suelo de unos 15 centímetros, entre el armario ropero y el quicio de la puerta. Me llamó la atención por lo grande que era, con un caparazón negro de algo más de un centímetro de largo. Como estaba muy cansado la dejé estar. La puerta estaba abierta. La araña no se movía.


Al rato entró Sofy en la habitación. Miró a uno y otro lado. Pero al estar la araña estática, la gata no se dio cuenta de su presencia y siguió su camino, que no era otro que meterse debajo de la cama.

Antes de apagar yo la luz, la araña se movió unos centímetros. Fue suficiente. El movimiento la había delatado. Sofy salió de su escondite y se acercó a la araña. Ésta aumentó su velocidad y se escondió tras el armario ropero. Sofy, enfadada, maulló varias veces a la vez que intentaba meter la zarpa tras el armario para alcanzar la araña. Pero todo quedó en un intento. Sofy, al rato, desistió.


Imagen de una araña semejante a la que vi (con las patas más delgadas y el cuerpo menos alargado)

 
Al día siguiente volví a ver la araña, supongo que la misma. Pero esa vez en otra pared, frente a la cama, al lado de una cómoda para la ropa. Como el día anterior la dejé estar. Sofy no apareció por la habitación hasta después de haber apagado la luz.

Al tercer día, en el mismo lugar y hora, volví a ver la araña. Se supone que era la misma. Salió de detrás del armario ropero y atravesó el quicio de la puerta, en una trayectoria que conducía al lugar donde la había visto el segundo día. Pero a mitad de camino apareció Sofy y la cortó el paso. La olió y la dio un pequeño golpe con la zarpa. La araña se repuso y continuó su camino por el suelo; luego trepó por el rodapié hasta llegar al borde del mismo. En ese instante Sofy la dio un segundo golpe con su zarpa. La araña se paralizó.

Al día siguiente, por la mañana, la araña seguía en el mismo sitio. Le indiqué a mi hermano su presencia y al ir a recogerla me comentó que estaba muerta. El segundo golpe o zarpazo de Sofy había resultado definitivo.



Tres o cuatro días más tarde, hacia las 10 de la noche, estando viendo la televisión en el comedor, oí a Sofy maullar repetidamente. Instantes después entró corriendo en el comedor, saltó encima de la mesa y del tresillo, parándose finalmente en lo alto del sofá individual. Maulló varias veces, con tono enfadado, mientras fijaba su vista en lo alto de las cortinas. Supuse que estaba de caza, tras alguna mosca. Pero yo no veía nada.

A los pocos minutos, como planeando, algo cayó al suelo desde lo alto de las cortinas. Era un saltamontes de unos 5 cm de lago, de color marrón claro y una línea muy esterilizada. Se quedó quieto en el suelo. Sofy saltó del sofá, se acercó a él y lo olió con curiosidad. Pero cuando alzó la pata para darle un zarpazo, el saltamontes pegó un brinco y comenzó a subir por la vertical del mueble bar. Sofy se acercó y lo siguió con la mirada. El saltamontes llegó al final del mueble, a unos 60 cm del techo. Sofy saltó al lado del televisor, luego a un estante horizontal y por último a la cima del mueble. Pero el saltamontes no la esperó, escurriéndose por el lateral del mueble, lejos de la zarpa de Sofy, hasta el suelo. A Sofy no le quedó otra opción de desandar el camino para volver al suelo.


Saltamontes parecido al que vi (con el cuerpo más delgado y con un color algo más oscuro)

Otra vez Sofy y el saltamontes frente a frente, a pocos centímetros de distancia. Sofy movió la zarpa con mucha pereza. El saltamontes pegó un brinco. Sofy, como asustada, se echó para atrás con un brusco movimiento. El saltamontes estaba quieto. Sofy se acercó a él con sigilo y se volvió a repetir la escena. Cuando por tercera vez Sofy se acercó a él, el saltamontes brincó una y otra vez hasta desaparecer por la parte del pasillo que daba a la cocina. Tras un momento de duda, Sofy corrió tras él. Supongo que se debió esconder bien, pues Sofy, después de unos cuantos maullidos en tono enfadado, abandonó la caza y volvió al comedor.

Al día siguiente el saltamontes no hizo acto de presencia.

Pero dos días después se volvió a repetir la escena de la caza con alguna pequeña variación, como que el saltamontes trepó del suelo a lo alto de las cortinas y tras una media hora descendió por las mismas hasta el suelo.

Tres días después una vecina que entró en la cocina lo vio y se deshizo de él. Sofy se había quedado sin su pequeño y animado juguete.

Por mi parte siento no haber tenido a mano ni la cámara de fotos ni el móvil para haber inmortalizado esos momentos en la vida de Sofy. ¡Otra vez será!

martes, 6 de agosto de 2019

Alergia a los gatos




Los gatos se encuentran entre las causas más comunes de alergias a las mascotas, el doble de comunes que a los perros. Los investigadores de la Universidad de Cambridge estudiaron las proteínas que se hallan en las partículas de la piel de gato, conocidas como caspa de gato, que son la causa más común de la alergia. A diferencia de lo que se suele creer, no es el pelo lo que le da alergia.

La responsable de la alergia es una proteína llamada Fel D1, que se segrega principalmente a través de la piel y también está presente en la saliva, en la orina, en las glándulas sebáceas, en las glándulas sudoríparas y en el fluido lagrimal del felino. Lo que ocurre es que muchos de los fluidos que contienen la proteína están en contacto con el pelo —como la saliva— y se quedan pegadas.

Los síntomas de la alergia pueden desarrollarse en pocos minutos o tardar unas horas en aparecer. El cuadro se complica en personas que sufren asma alérgica.

La alergia al gato es complicado de evitar, ya que la produce una molécula "pegajosa" que se lleva por todas partes, casa, ropa, alfombra... Una persona alérgica padecerá los síntomas en cuanto entra en contacto con pelo de gato, aunque dicho gato se encuentre a cientos de metros. 

Cepillado de un gato

Los síntomas que indican alergia a los gatos son la hinchazón, enrojecimiento, estornudos, tos, dolor de garganta, ojos llorosos, congestión nasal, picores en la nariz, etc. 

Los gatos machos producen más secreciones de alérgenos que las hembras y un gato o gata castrado/a, segrega menos de este tipo de partículas.

Según los expertos, no hay razas de gatos verdaderamente hipoalergénicas. Hay, eso sí, razas de gatos que producen menos proteína Fel D1, por lo que son menos alergénicos, con independencia de ser de pelo largo, corto o sin pelo.

Hay cierto consenso en que las razas de gatos menos alergénicas son: Balinés, Oriental Shorthair, Javanés, Devon Rex, Rex de Cornualles, Esfinge y especialmente el Siberiano.