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miércoles, 29 de mayo de 2019

Los gatos Polydactyl



Polidactilia

La polidactilia consiste en una mutación genética natural benigna, una anomalía, por la cual se tienen dedos de más en manos y/o pies. El gen responsable no está ligado al sexo, lo que significa que al menos uno de los padres debe tener polidactilia para tener gatitos poli dactiles. No es una condición exclusiva de los gatos, pues también puede ocurrir en perros, ratones, topos e incluso en humanos (2 de cada 1000).

Se distinguen dos tipos de polidactilia en los gatos, según donde esté colocado el dedo (o los dedos) de más. Las llamadas familiarmente pata de “hamburguesa” y pata de “manopla”. En el primer caso el dedo “extra” está al lado del dedito gordo; en el segundo caso al lado del dedito meñique.

Los lugares del mundo donde los gatos con polidactilia abundan más son Estados Unidos, el sur oeste del Reino Unido y en Canadá. En Europa hay pocos gatos con polidactilia. En ningún caso supone una merma de calidad de vida; es más, los gatos con polidactilia que acompañaban a marineros y pescadores en el mar conseguían mantener mejor el equilibrio y ser más eficaces a la hora de mantener a raya a ratas y ratones en las embarcaciones. Solo se debería prestar atención extra al momento de cortar las uñas.

Un gato con polidactilia


lunes, 27 de mayo de 2019

Muerte de una mascota




"Muchos de los síntomas de la edad, como la artritis canina o felina, pueden ser aliviados y tratados, si los detectamos a tiempo…, dando a las mascotas la posibilidad de fallecer de forma tranquila en casa". Protectora Blue Cross.
Pero cuando su calidad de vida ya se ha deteriorado mucho, la eutanasia es la única opción. “El perro o gato debe poder comer, beber, dormir y moverse con una comodidad razonable. Una imposibilidad persistente e incurable para comer, los vómitos constantes, un dolor no tratable, así como la incapacidad de respirar con normalidad son señales que avisan que la eutanasia debería ser considerada y que ha podido llegar el momento de decirle adiós.”
"Tomar la decisión de practicar la eutanasia a nuestro felino o can nunca es sencillo; pero en ocasiones es el favor más bonito y bondadoso que podemos hacerle, cuando está muy enfermo o tan herido que su calidad de vida nunca volverá a ser buena o aceptable". Veterinaria Laura Eirmann.
 Algunos veterinarios proporcionan un sedante suave antes de la eutanasia; en especial si el can o felino está nervioso o muy estresado, muy asustado o padece dolor.” El medicamento para la eutanasia que usan la mayoría de los veterinarios ... no solo logra que quede inconsciente y deje de padecer dolor, sino que además provoca la parada cardiovascular y respiratoria en pocos minutos. “Las últimas respiraciones son más bruscas, pero el animal ya no tiene capacidad de sentirlas ni de sufrir.”
La eutanasia del perro o gato puede realizarse en la clínica veterinaria. O pedir al veterinario que se desplace a casa para practicarla; y de esa forma su familia humana puede estar presente durante estos últimos momentos.

Para leer la fuente de este resumen: consumer.es/fallecimiento

Leo en otra noticia relacionada que los veterinarios recomiendan que los dueños se queden con sus mascotas [perros, pero se infiere que también pueden ser gatos] durante sus últimos minutos: “El 90% de los propietarios no quieren estar en la habitación cuando los inyectamos. Los últimos momentos del animal suelen ser frenéticos y miran a su alrededor para buscar a sus dueños”.
Y también que un hospital [será clínica veterinaria] en Sudáfrica ha publicado un texto en el que anima a las personas a no abandonar a sus mascotas en sus últimos momentos, “ahí es cuando más necesitan a sus dueños”.

sábado, 18 de mayo de 2019

Sofy y las huellas del delito




El miércoles 15 Sofy cumplió 8 años, que se corresponde aproximadamente con 48 años humanos. Y de regalo la di dos sobres de comida húmeda, de la que más la gusta.
Unos días antes casi estropea el trabajo realizado por un obrero en la cocina. Veamos.
Decido cambiar el suelo de la cocina y del baño, de baldosas resbaladizas a un tapizado continuo antideslizante para evitar resbalones desagradables. Un obrero toma las medidas, adquiere el material y comienza el trabajo. Primero debe dar una pasta niveladora a los suelos.
En menos de una hora cubre el suelo de la cocina con la pasta gris oscura. Inmediatamente pasa a dar la misma pasta al suelo del baño. Me acerco a él y le comento:
  • -          ¿Cuánto tiempo debe estar sin pisarse para que seque bien?
  • -          En media hora ya está seco. Pero mejor esperar dos horas antes de pisarlo para que se endurezca bien.
  • -          Es que tengo gato y como pise sin estar duro…
  • -          No hay problema. Un gato pesa poco.
  • -          No, no es poco 6 kilos. Y si encima salta en lugar de andar, es peor.

Llamé a Sofy y acto seguido cerré la puerta de la habitación. Dos horas más tarde, cuando ya se suponía que la pasta niveladora estaba bien dura y Sofy podía andar sobre ella sin causar ningún desastre, abrí a puerta y dejé que Sofy saliera a curiosear.
Una hora más tarde salí de la habitación y miré cómo habían quedado los suelos. El del baño, bien. El de la cocina, un horror: Lleno de pisadas de Sofy, unas más profundas que otras.

Las claras huellas de Sofy 

¿Cómo era posible? ¡Si la había tenido encerrada dos horas, precisamente para que no pisara los suelos recién trabajados!
Pero había sido posible a pesar de mi precaución. Al parecer todo había pasado en muy pocos segundos. Mientras yo mantenía la breve conversación con el obrero, Sofy había ido a la cocina para curiosear, para ver lo que ese extraño había estado haciendo. Al lado de la puerta se había encontrado un pequeño taco de madera, que interpretó como una pelota. Y jugando a la pelota se había recorrido la cocina, pisando la pasta niveladora recién echada.
¡Y no! Sofy no había sufrido ningún percance.  Aquella tarde, cuando pude, la revisé las cuatro zarpas y no aprecié en ellas ni heridas ni suciedad.
Al día siguiente le indiqué al obrero la trastada que había hecho Sofy. No hubo problemas para continuar. Arrascaron convenientemente las huellas dejadas por Sofy y pudieron poner el tapizado antideslizante correctamente.
Eso sí, bien fuera porque olía a pegamento o porque la superficie era muy áspera para su gusto, lo cierto es que Sofy estuvo dos días enteros sin pisar ni el nuevo suelo de la cocina ni el del baño.

sábado, 4 de mayo de 2019

Sofy me hace chantaje




Durante algo más de 6 años sólo di a Sofy comida seca, pienso para gatos. Es casi el doble de cara que un pienso normal, y encima a Sofy no la gusta nada. Pero era por prescripción veterinaria, para que Sofy se curase de una posible alergia o alopecia felina.
Pero tras seis años Sofy no se ha curado, y yo me he hecho a la idea de que seguirá así, arrancándose el pelo de las patas por exceso de limpieza. Así que la he empezado a dar hace unos meses comida húmeda, un sobrecito al día, como complemento del pienso de siempre.
La comida húmeda la encanta, se la devora en muy poco tiempo, sin levantar la cabeza del bool. La hora en que la doy el sobre de comida húmeda es siempre, aproximadamente, la misma, a las 12,00 del mediodía.
Al principio, durante casi un mes, cuando oía el ruido del sobre al abrirse, aparecía corriendo hacia mí y esperaba que volcase la comida en el bool.
Más tarde, durante unos veinte días, venía hacia mí alrededor de las 12,00 y si no la había echado la comida del sobre se ponía a maullar un rato, como diciéndome: “Ya es hora que me des la comida rica, la que me gusta.”
Ahora ha entrado en una tercera fase, la del chantaje.

Sofy devorando la comida húmeda.

Estoy sentado en la mesa del ordenador. Son las 11,30. O las 11,42. O las 11,56. Raramente son más de las 12,00. Aparece Sofy. Maúlla un par de veces. La digo que espere, que aún no es la hora. ¡Ni caso! Pega un brinco y se sube a la mesa. Inspecciona los objetos y comienza a tirarlos al suelo: Un bolígrafo, un encendedor, una pequeña grapadora, la funda de las gafas, …
La única manera de que deje de tirarme las cosas al suelo es darla su sobre de comida húmeda. ¡Puro chantaje!
Bueno, a veces la lanzo una pelota para que corra tras ella y se olvide de la comida por un rato. Pero tras dos o tres lanzamientos, deja el juego e insiste en el chantaje.
No, no lo hace todos los días, pero sí muchos, la mayoría.
¿Es que tiene hambre? ¡No, qué va!, pues a veces aparece relamiéndose el bigote; señal de que acaba de comer algo de su pienso. Es golosa, así de claro, como todos los gatos, como casi todos los humanos.