Mi lista de blogs

jueves, 28 de junio de 2012

Sofy, la destrozapapeles


Estoy trabajando en el ordenador y salta a la mesa. Ha perdido o escondido su sexta pelota, así que se empeña en querer jugar con los bolígrafos y otros instrumentos que tengo a mano. Cojo una hoja de papel, lo hago una pelota y se lo tiro al suelo. Durante un rato juega con el. Luego silencio, demasiado silencio. Extrañado miro al suelo. ¡Horror!. Está destrozando el papel, despedazándolo en pequeños trocitos.
Es toda una sorpresa, pues en 20 años de existencia no se lo había visto hacer a mi anterior mascota, Mysy.


Sofy, curioseando en el tablón.
Se que a muchos perros les gusta morder papeles y cartones, destrozarlos, pero no pensé que a  algunos gatos también.
Pero eso no quedó ahí. En los siguientes días saltaba a la mesa de trabajo y mordía con ganas las carpetas de cartón. La espantaba, se iba; pero al poco rato volvía a la tarea de morder las carpetas o los papeles que sobresalían de las mismas.
A pesar del poco tiempo transcurrido, son más las diferencias de Sofy respecto a Mysy que las coincidencias. Nunca me habría creído que el comportamiento de dos gatos fuera tan distinto, siendo los dos gatos domésticos.

Sofy, con su flamante collar de cascabel.
Una de las cosas que más odian los gatos es que les pongan un collar. Compré un collar a Sofy, reflectante para que se distinguiese bien de noche, y con un pequeño cascabel. Fui incapaz de ponérselo sin ayuda. Lo de menos era que estuviese más elegante con el collar; tampoco importaba demasiado que con el collar estuviese más controlada y evitar sobresaltos inoportunos. Sobre todo pretendía que se acostumbrara a llevarlo para cuando la pusiera el collar antiparasitario, muy recomendable aunque sean gatos caseros.

miércoles, 27 de junio de 2012

El sentido del gusto en los gatos


Un sentido que tienen poco desarrollado es el gusto, que es bastante inferior al humano. A decir de los expertos, "Poseen un 25% menos de papilas gustativas que nosotros y, al revés que los perros, no son golosos. En cuanto a la comida, detestan la comida fría de la nevera, lo que más les gusta es que se encuentre a la temperatura de la presa, en torno a 36 grados."

 Y algo que me sorprendió al llerlo: "Poseen no obstante un sentido a medio camino entre el gusto y el olfato, tienen un órgano en el paladar que no tiene el hombre, los olores entran por la boca y ascienden por dos orificios situados detrás de los dientes delanteros y que conducen a una diminuta cámara donde se concentran y se absorben, lo que significa que los olores pueden, literalmente, saborearse.

Sofy ¿saboreando? una rebanada de pan. 
Los gatos no perciben los sabores dulces. No les suele gustar el chocolate, los caramelos, los pasteles.
De pequeños, en sus primeros años, les gusta rebanar los recipientes con los restos de natillas, flan o arroz con leche de los amos; pero les dura poco tiempo.
Pero sí les gusta, y mucho, la nata. Tal vez, pienso yo, porque les recuerda a la leche materna. No prueban la lecha desnatada ni semidesnatada. ¿La entera?. No lo sé, hace muchos años que no tengo leche entera en casa; aunque sí he oído que en lugar de agua algunos gatos caseros beben leche.
Les gusta, y mucho, la hierba. Hay que tener siempre a mano una maceta con hierba para evitar que deteriore algunas plantas similares. Eso sí, sólo cuatro o cinco días cada dos o tres meses, nunca de forma permanente.

jueves, 21 de junio de 2012

Viaje fuera del hogar


Es Semana Santa. Un largo fin de semana por delante. Un viaje. Sofy se deja coger, pero no la gusta nada que la metan en la jaula transportín y se remueve incómoda. Durante el viaje intenta continuamente salir de la jaula, pero sólo logra sacar las zarpas.  
En apenas 50 minutos se llega, para Sofy, a la nueva y desconocida vivienda. Nada mas salir del transportín se pasea por toda la casa. En apenas un par de horas ya se mueve con total confianza, ya se ha hecho dueña de su “nuevo territorio”. Mis hermanos ya la han preparado el comedero y la tierra higiénica.
Por la noche intenta entrar en las habitaciones, se supone que para dormir debajo de alguna cama o en algún rincón. No se la permite, y duerme sobre un trapo encima del sofá.

Sofy dormitando en un sofá de su "nuevo territorio"
Durante el día encuentra un lugar idóneo para dormitar: Sobre una silla, bajo las faldas de una mesa circular de comedor. Pero si no hay nadie, o se lo permiten, prefiere sestear encima de la mesa, aunque esté ésta llena de papeles y otras cosas.
Pasa sus buenos ratos jugando con una pelota y husmeando las plantas de la galería. Pero no deteriora ninguna planta: No es la hierba que está acostumbrada a arrancar y engullir de vez en cuando.
Reposando sobre los papeles de la mesa.
Eso sí, al igual que mi anterior mascota, no distingue un cristal transparente de la ausencia de cristal. En cierta ocasión estaba en la galería, oyó movimiento en el comedor y se lanzó corriendo, sin percatarse que tenía un muro de cristal por medio. Se dio un buen golpe. Pero el susto no la duró ni dos segundos, pues enseguida estaba inspeccionando las puertas correderas de cristal para hallar algún resquicio por el que acceder al comedor.
A la vuelta, volver a meterla en el transportín costó lo suyo. Y más de la mitad del viaje se lo pasó maullando y sacando sus patas de la jaula.

martes, 19 de junio de 2012

El lenguaje de la cola



En otro momento comentaré algo sobre el lenguaje de los gatos, los famosos “miaus”. Con el tiempo, sin ver a un gato, sólo por su maullido, se puede saber si quiere comer o beber, si quiere jugar, si le duele algo, si está triste o alegre, etc. Con el tiempo y mucha observación.
Ahora comentaré algo sobre el lenguaje de la cola de un gato, otra forma de “hablar”.
Leí en algún sitio que si un gato quiere salir de una casa y se encuentra que está lloviendo, se para en el umbral y comienza a balancear la cola de un lado para otro. Eso balanceo de péndulo significa duda. “¿Salgo a corretear por el patio, que me gusta mucho; o me quedo en casa al estar lloviendo, pues mojarme es de lo peor que me puede pasar?”.
Con mi anterior mascota, Mysy, ocurría algo parecido a lo expuesto arriba. A duras penas se dejaba coger, y cuando lo hacía, tras estar quieta un rato, comenzaba a menear la cola como si fuera un péndulo. ¡Peligro!. Mysy estaba dudando: "¿Qué hago, le doy un zarpazo en la cara para que se entere que ya me he cansado, o me escabullo y me alejo?". Por cierto, que me llevé varios zarpazos por empeñarme en retenerla más tiempo del debido, la mayoría de las veces inicuos a no sacar Mysy las uñas o al protegerme las gafas de sus zarpazos.

Sofy jugando con la correa de la cámara de fotos.
En el caso de Sofy, me llamó poderosamente la atención que durante la primera semana conmigo su cola estuviera gran parte del tiempo alzada, formando casi 90º con su cuerpo. ¿Qué significaba?. Precaución. Desconfianza. Temor. Sumisión.
En la segunda semana alternaba la posición de la cola señalada con una posición relajada de la misma. Aunque algo menos esquiva, significaba confianza.
A las tres semanas observé una novedad: Correteaba por la casa con tal seguridad que se podría decir que ya dominaba su territorio. Y además, al correr, lo hacía de forma que la mitad de la cola tendía al suelo, luego formaba un arco en su parte media y finalmente su extremo se alzaba hacia arriba.

viernes, 15 de junio de 2012

El escondite


Hoy domingo han venido a casa unos amigos, un matrimonio con la hija. Al principio Sofy se ha mostrado reacia ante la presencia de extraños; incluso se metió tras el sofá un buen rato, escondida. Afortunadamente antes de una hora ya estaba correteando por la casa tras un cacahuete, ignorando a los visitantes, pero sin dejarse coger en brazos; a lo sumo se dejaba acariciar algo cuando paraba de jugar.
Al salir de casa, dos horas más tarde, Sofi nos siguió por el portal hasta la puerta de entrada. Entonces mi amigo la cogió en brazos, aunque sólo un rato, pues enseguida se mostró incómoda. La puso en el suelo. A continuación la tomó en sus brazos su hija, quien la acarició sin ningún temor a que Sofi sacara las uñas o la hincase los colmillos.
Es algo raro: Se deja coger en brazos por todo el mundo, sin bufar ni sacar las uñas o mostrar los colmilllos, pero enseguida se siente incómoda y se mueve con fuerza para librarse de los brazos que la sujetan.

Sofy jugando con una pelota.
 ¿Dónde están las cuatro pelotas?. Llevo dos días tratando de localizar cuatro pelotas de goma, bicolores, muy blandas, el juguete favorito de Sofy. Y no hay manera de hallarlas. Sólo hay una explicación pausible: Sofy tiene un escondite privado donde las ha escondido. El problema es que ya se la ha olvidado dónde las puso. Y digo esto porque de vez en cuando sus maullidos me indican que desea jugar con las pelotas, a la vez que busca “algo” por toda la casa.
En su juego, he observado como empuja la pelota por alguna ranura, entre los muebles o debajo de éstos, y luego se pasa un buen rato metiendo la zarpa hasta que consigue sacarla. Las pelotas, cacahuetes o pipas que "se pierden" de esta manera son fáciles de rescatar en cuanto se barre y friega la casa. Por eso pienso que debe haber dado con un lugar donde esconder sus más preciados tesoros, las pelotas de goma, entre otros posibles objetos. 

lunes, 11 de junio de 2012

El sentido del olfato en los gatos



Según los expertos en el gato:”Su olfato es 14 veces más sensible que en los humanos, si bien está menos desarrollado que en los perros. Este es un sentido que utilizan para comunicarse, no para cazar. Es más probable pensar que nos reconocen más por el olfato que por la vista. Un gato posee doscientos millones de células olfativas, 40 veces más que el hombre. Pueden saber quien ha estado en una habitación y cuando se ha ido sólo olisqueando el aire”. 
Sofy olisqueando una posible presa en la ventana.
Los gatos huelen perfectamente las proteínas de carnes y pescados. Si se está cocinando carne o pescado, el gato no tarda en aparecer por la cocina para intentar ser invitado, al contrario que si se cocina patata, berza, legumbres,…
En el extremo opuesto también funciona muy bien su agudo olfato. El humo de un cigarrillo, la cáscara de un limón o naranja, las burbujas de una coca-cola, son elementos muy eficaces para ahuyentar a un gato de un lugar.
Que se quema el aceite de la sartén y no te das cuenta… ¡Tranquilo! Antes de que el humo empiece a invadir el pasillo, el gato se habrá despertado de su letargo, habrá saltado al suelo y se habrá puesto a maullar delante de la cocina con un “miau” muy diferente a lo escuchado hasta entonces. Eso ocurrió con mi anterior mascota, un día que se dejó la sartén con algo de aceite sobre la placa eléctrica de la cocina; apagada sí, pero con calor residual.
La razón por la que un gato deja de interesarse por las imágenes que salen en la TV o en un espejo se debe, sin lugar a dudas, a que dichas imágenes no huelen, carecen de olor.
He leído que hay una hierba  perenne de la familia  de la menta, que les causa una reacción asombrosa: "Al olerla se  frotará, rodará sobre sí mismo, pataleará  y estará fascinado durante varios minutos". No tiene efectos secundarios negativos para su salud. Se emplea como complemento de los rascadores, para que se acostumbren a usarlos.

jueves, 7 de junio de 2012

Peligro: Chinchetas metálicas


En estos últimos días he observado algo muy curioso: Tras jugar con la pelota a base de carreras por todo el comedor y el pasillo, la coge con los dientes (cosa muy fácil al ser de goma blanda) y la lleva al comedor, a mi lado. Luego se tumba en el suelo un rato a descansar. Si tras unos pocos minutos yo no se la he tirado lejos para que corra tras ella, es ella misma la que se levanta y se abalanza hacia la pelota, golpeándola con fuerza. A veces un cacahuete, una pipa, o un tapón de botella, hacen los efectos de una pelota.
Lo malo es cuando el objeto puede ser peligroso o muy peligroso para jugar con él.
Sofy, descansando tras jugar con la pelota.
Estaba jugando, correteando por el comedor tras lo que supuse que era una pipa, por lo pequeño que era el objeto. Pero de pronto percibí un sonido metálico muy débil. Acentué mi atención y creí observar que Sofi estaba jugando con una chincheta de metal.
Antes de que pudiera levantarme a recogerla, observé que tras un zarpazo infortunado, se la había clavado o adherido a la zarpa. Flotó y flotó con la lengua hasta que la chincheta se desprendió y cayó al suelo. La recogí y la arrojé a la basura.
Algo más tarde examiné la zarpa de Sofi, no encontrando evidencia alguna de pinchazo. Afortunadamente sólo se la había incrustado entre las almohadillas de la zarpa.

Al día siguiente, mientras estaba trabajando en la mesa del ordenador, la vi jugando tras la papelera con un pequeño objeto. ¡Era otra chincheta! Rápidamente la separé de su peligroso juguete y me deshice del mismo.
En menos de 24 horas había localizado dos chinchetas perdidas, al menos una de las cuales llevaba meses sin ser visible a mis ojos, posiblemente bajo la mesa del ordenador, tras una rendija de una altura tan mínima que muy difícilmente podía albergar la zarpa de Sofi.

martes, 5 de junio de 2012

Objeto volador no identificado


Sofy entró conmigo en la cocina y se acercó al frigorífico para que la invitara a algo mejor que su pienso. La dí media loncha de pavo en un extremo de la cocina. Al poco tiempo de comérsela, se lanzó de repente al otro extremo, donde estaba revoloteando, a medio metro del suelo, un pequeño insecto volador, aparentemente de color blanco. Le debió alcanzar al primer golpe con su zarpa, porque ya en el suelo le dio un segundo zarpazo. El insecto se movió a duras penas unos pocos centímetros, arrastrándose por el suelo. En unos segundos un tercer zarpazo, definitivo, lo aplastó, quedando pegado a la zarpa de Sofy. Entonces Sofy, al no verlo, comenzó a maullar mientras buscaba y buscaba por toda la cocina.
Más tarde la miré la pata y, es de suponer, el aplastado insecto se la había desprendido.

Sofy, agazapada, observando la ventana.
Ha sido su primera pieza de caza, aunque creo firmemente que su intención era jugar con ella, como si de una pelota o ratón de juguete se tratase; de ahí su enfadado miau al creer que el “juguete” había desaparecido.

lunes, 4 de junio de 2012

El canal de TV favorito de Sofy


Normalmente los gatos no hacen caso a la pantalla de TV, salvo que se emita algún sonido que “dañe” sus oídos o haya movimientos de objetos que interprete son lanzados por los dueños.
Durante unas pocas semanas, teniendo mi anterior mascota unos tres meses de vida, la llamaba la atención las figuras que salían por TV, al igual que si de repente se encontraba frente a un espejo: Intentaba tocar lo que aparecía en el cristal. Pero pronto dejó de llamarla la atención, supongo que la razón era que las imágenes no olían a nada. Eso, el rápido desarrollo del sentido del olfato, fue sin duda la causa de su breve interés por las imágenes de la TV, al igual que por lo percibido al otro lado de los espejos.
Sofy al lado de la TV, como una figura decorativa más.
Un día, mientras estaba cambiando de canal para ver que emitían por la TV, me paré un rato en el Canal Interactivo. Observé que Sofy dejó de sestear y clavó sus ojos en la pantalla. Poco después se incorporó y se acercó al mueble que portaba la TV. Saltó hacia la base de la TV y movió su cabeza una y otra vez intentando seguir con la vista las esferas que no dejaban de moverse en la pantalla. Era el anuncio de un nuevo canal, anuncio que se repetía una y otra vez, como un bucle infinito. Al final del anuncio se abría un agujero en la parte inferior de la imagen que engullía el resto de la pantalla.
La tercera vez que Sofy saltó al lado de la pantalla intentó coger las esferas móviles con sus zarpas, una y otra vez, sin éxito. Luego, al final del anuncio, intentaba meter su zarpa en el agujero virtual que se formaba. Afortunadamente las pocas veces que lo ha hecho no ha sacado sus uñas, con lo cual no me ha podido raspar ni dañar la pantalla de la TV.



viernes, 1 de junio de 2012

El sentido del oído en los gatos


En los gatos el sentido del oído está bastante más desarrollado que en los humanos. “En el oído de un gato el tictac de un reloj suena cuatro veces más fuerte”.” Su oído también puede diferenciar a hombres y mujeres”. “Pueden oír simultáneamente múltiples sonidos que ni el hombre ni el perro podrían ser capaces de detectar y analizar por separado y ni mucho menos juntos”. “Son capaces de oír la corriente eléctrica residual”.” Toleran una cacofonía de sonidos que a nosotros nos resultaría ensordecedora”. Eso dicen los expertos.
La oreja de Sofy

Lo cierto es que el típico sonido de llamada, el “bis, bis, bis”, lo captan y escuchan a la perfección, sobre todo si va seguido de una recompensa en forma de comida. En la relación con los humanos, el gato sólo oye lo que le interesa. Por muy dormido o lejos de la cocina que esté un gato, el típico ruido de una lata de comida al abrirse la oyen a la perfección: Antes de que termines de abrirla tienes al gato a  tus pies pidiendo que le invites.
Mi anterior mascota sólo me hacía caso si pronunciaba las palabras “chichi” o “pelota”, o sea si la invitaba a comer o a jugar.
Otra anécdota de mi anterior mascota gatuna es que durante una época de su vida sólo cazaba las moscas que zumbaban, dejando a las demás que incluso se posaran en su cara, como pude observar varias veces. Su fino oído recibía los pequeños zumbidos muy amplificados y al parecer la molestaban.
En otra ocasión despertó sobresaltada de su sueño, se fue hacia el comedero y empezó a maullar de forma escandalosa. Sorprendido me acerqué y vi que estaba mirando fijamente la rejilla del respiradero. No se oía nada. Más tarde me enteré de que al vecino de arriba, al picar para hacer una pequeña obra, le había reventado una tubería de agua, ocasionando un pequeño escape que fue lo que el gato detectó.
Sofy en reposo, pero atenta a cualquier ruido.
En otro post trataré sobre el lenguaje de los gatos. Adelantaré que, según los expertos, son capaces de modular un centenar de “miaos” diferentes, acomodando éstos para hacerse entender por sus “dueños”.