Finales de agosto. Es casi la
hora de comer. No he visto a Sofy en toda la mañana.
El rincón del sofá donde
suele sestear, sobre un trozo de paño protector, está vacío. Y además sin una
sola arruga, lo que indica que no lo ha tocado.
Pregunto a mi hermana. “Está en
la cuna”, me responde. “¿En la cuna?.¡Qué raro!”.
Me levanto, me acerco a la
cuna y ahí estaba. Sorprendente!!.
Y además, aparentemente dormida.
Busco la
cámara y la saco una foto.
Sofy en su cuna, con la patita vendada. |
Al día
siguiente se vuelve a repetir, pues para mi asombro se pasa toda la mañana, y
quizás buena parte de la noche, en la cuna.
Por la tarde
no.
En la tarde deambula por toda la casa, caza alguna mosca que osa entrar en
sus dominios, y dormita encima de las mesas o debajo de las mismas.
Pero en estos
dos últimos días no dormita en su rincón del sofá. En lugar de ello lo hace en
la cuna, cómoda, sí, pero hasta ahora prácticamente inutilizada.
¡Extraño
comportamiento!
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