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martes, 1 de mayo de 2012

Un día de muchas novedades


Por primera vez la veo saltar a la mesita del teléfono fijo, de ahí a una tabla fijada a la pared y, no sin dificultad, saltar encima del mueble bar. Su cabeza casi rozaba el techo.
Me tuve que ir del comedor, por lo cual no sé cómo saltó al suelo; supongo que por el mismo itinerario, pero a la inversa.
Por la tarde, mientras comía cacahuates, la veía dando vueltas al sofá buscando algo. Supongo que los ratones de juguete. Como no tenía ganas de buscarla los ratones, la lancé al suelo un cacahuete. ¡Se volvió como loca!. Durante unos minutos corrió y corrió por todo el comedor golpeando con sus patas el cacahuete. Fue una gozada contemplarlo. Hasta que lo perdió bajo una rendija del mueble bar. La lancé otro. Y el espectáculo se repitió durante unos minutos.

Mincha subida a las alturas

Esa misma tarde, al rato de estar recostada sobre mí, comenzó a asearse. Y sorprendentemente comenzó a pasarme su lengua sobre los dedos de mi mano. Raspaba como una lija, pero me hizo mucha gracia y pensé que era un signo de confianza.
Al rato de ello, mientras la estaba acariciando la barbilla, abrió su boca y me mordió varias veces la mano, sin hincar los dientes. ¡Estaba jugando!, me imagino que de forma similar a cuando estaba con su hermana.
Y para finalizar el día otra sorpresa mayor: Mientras veía la televisión, notaba que estaba a mis pies moviéndose sin parar. Creí que estaba buscando alguno de sus dos ratones o los cacahuetes, pero no. ¡Estaba mordiendo el cordón de mis zapatos y tirando de él!. Así estuvo un buen rato. Y yo me divertí igual que ella. Ya había olvidado lo mucho que les gusta a los gatos jugar con los cordones de los zapatos. Y es que Mysy, mi anterior mascota, hacía más de 8 años que ya no la atraían los cordones de zapatos.

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