Inma me la entrega en un
transportín tipo jaula. Me dicen que no se ha quejado por el camino. Saca las
patitas por la reja … Enseguida la soltamos de la jaula y la llevamos al cuarto
donde la espera la tierra higiénica y el comedero. Huele una y otra vez el
recipiente de la arena y finalmente se decide a meterse y hacer algo de pis. Lo
tapa.
Inma me da un pequeño saco
de pienso, del que está acostumbrada a comer, para que se lo envuelva con el
mío y se vaya acostumbrando poco a poco.
La lleno un bol de pienso y
otro de agua.
Pero no come ni bebe nada.
Está desorientada, muy
desorientada.
Ya es algo tarde. Inma se va
y yo dejo la luz del comedero encendida para que lo encuentre bien por si tiene
hambre, sed u otra necesidad.
A lo largo de la noche la
oigo maullar de vez en cuando, muy poco y muy débil.
Mincha escondida, temerosa. |
Al levantarme la busco un
buen rato. No doy con ella. La llamo. Ni caso.
Finalmente la encuentro
dentro de un cubo de ropa, escondida. Cojo la cámara y la hago unas
fotos. ¡Graciosísimo!.
Al rellenarla el bol de
comida, sale del cubo con un brinco y come algo, muy poco.
Al ver que apenas come,
desecho la idea de envolver los tipos de pienso, no sea que sea perjudicial
para su adaptación.
Una vecina me visita.
Enseguida se la acerca y se deja acariciar. En un determinado momento la coge y la lleva al comedero, sin rechistar. Realmente
es una gata muy “buenina”.
La anterior mascota, Mysy,
no podía ver en la casa ningún intruso, pues enseguida los bufaba y desde luego
jamás se dejó coger por nadie que no fuera yo o mis hermanos; pero a su favor
se podía aplicar el dicho de "perro ladrador, poco mordedor".
Ya es hora de acostarse. No
veo a Mincha. La busco un buen rato. ¡Nada!. La llamo. ¡Ni caso!. ¿Dónde se
habrá escondido?. No en el cubo donde supongo pasó su primera noche.
Dejo encendida la luz
del comedero para que, cuando se digne salir de su escondite, pueda
encontrarlo fácilmente.
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