Hace ya algunos años, cuando Sofy jugaba asiduamente a la
pelota corriendo tras ella por el pasillo, me la acercaba hasta donde estaba
sentado para que se la volviera a tirar; o bien, tras cansarse, la escondía
tras el mueble bar del comedor, lo que supuso múltiples pelotas extraviadas y
devanarme los sesos buscándolas durante meses.
Pues bien, hace unos días se ha acordado de su escondite e
intenta guardar la pelota o el simulacro de pelota en su lugar de antaño. Lo
intenta, pero no puede. En su día taponé la abertura. Y ahora ya sé dónde
buscar las pelotas que la lanzo sin retorno.

Ya dije en otra entrada que, con la edad, Sofy había adquirido la costumbre de acomodarse en mi regazo cuando, por ejemplo, estaba viendo la televisión sentado en el sofá. Pues hace unos días que se ha inventado una nueva manía: Se sienta en mi regazo estando trabajando frente al ordenador.
Y aunque eso sea emotivamente satisfactorio, no es nada
cómodo trabajar en el ordenador con seis kilos sobre las piernas. A veces la
aparto; no la gusta; pero …
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