Hace un año
vino a vivir una familia en una de las pocas viviendas vacías del bloque de
pisos donde habito. Tenían un perro, de mediana edad y de corta estatura. Daba
la sensación de que aún era un cachorro. Me crucé dos veces con él en el portal
comunitario. Era muy juguetón y se dejaba acariciar sin enseñar los dientes.
La familia debía
de estar en alquiler, pues desapareció del bloque a los pocos meses. Tras ese
corto intervalo, Sofy volvió a ser la única mascota en todo el bloque de
viviendas, tal como lo había sido Mysy, mi anterior mascota.
Sofy, muy entretenida, jugando con el bolígrafo. La gusta mucho. |
Era raro
que ningún otro vecino del portal comunitario tuviera alguna mascota, muy raro; y más cuando en el
vecindario, tanto en la calle como en el barrio, había cada vez más mascotas. Me refiero a perros, no a gatos. A los gatos, al no salir de casa si son mascotas, y pasarse buena parte del día durmiendo, no es fácil detectarles como vecinos.
El que
ensuciaran la casa y el ser alérgico al pelo de perros o gatos fueron las
razones que más se repetían las pocas veces que hablaba con algún vecino sobre la muy escasa presencia de mascotas en el edificio.
Es muy gracioso ver como se la escurre entre las zarpas o los dientes. |
Hasta que
comencé a oír algún que otro ladrido en diferentes días. Pensé que sería el perro de
algún vecino de un bloque de viviendas adyacente. ¡Pero no!.
A los pocos
días me lo crucé en el portal comunitario. No estaba de paso. Había venido para quedarse. En el bloque de viviendas vivía otra
mascota, un pequeño perrito.
¿Qué haría
Sofy si, al salir al rellano de la escalera cada vez que yo habría la puerta,
se encontrara un día cara a cara con el perro?.
¿Huiría o le
haría frente?. Sofy es muy temerosa ante algo extraño, pero...
No es fácil
contestar cuando Sofy, el gato, es mayor en edad y envergadura que el perro.
Y es que la idea de que un perro es mayor que un gato puede estar equivocada.
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