Los gatos son
animales nocturnos. Esa característica es innata en ellos, tanto si son gatos
callejeros o mascotas.
¿Qué
significa?. Pues que tienen el horario cambiado respecto a los humanos.
El día para
los humanos equivale a la noche para los gatos.
Los humanos
dormimos unas 8 horas, mientras los gatos necesitan unas 16 horas de sueño,
aunque una buena parte de esas 16 horas se las pasan con “un ojo abierto”.
Si es de día,
hace un sol radiante, no tienes mejor cosa que hacer, y te decides a jugar un
rato con el gato… Puede que no sea una buena idea. El exceso de luz, de
claridad, molesta las delicadas pupilas del gato; y éste buscará un lugar donde
protegerse de la luz, un refugio, un lugar tranquilo y oscuro.
Es de noche.
Estás hecho polvo. Necesitas descansar. Te vas a la cama. Pero el gato, tu
mascota, acaba de despertar del último sueño, se despereza, estira sus músculos
y se predispone para una inagotable actividad. ¿Qué haces entonces?.
A Sofy la llama la atención el calendario |
Durante
algunas semanas, al acostarme, y durante el rato que tenía la luz encendida,
oía cómo Sofy correteaba por el pasillo con la pelota de goma. Cuando apagaba
la luz, cuando se hacía una densa oscuridad, se paraba el juego. Sofy ya no
distinguía bien la pelota cuando ésta se paraba y no podía seguir jugando. Ya
he dicho en otro spot que los gatos ven mejor una polilla en movimiento que un
balón parado, por muy poco luz que haya.
Peligro: Está raspando las grapas que lo sujetan. |
Un día empujó
la pelota dentro de mi domitorio. La cogí y se la lancé sobre su cabeza. Pegó
un salto y la golpeó en el aire. Se la volví a lanzar, saltó, la golpeó, y me
la devolvió. Lo repetí varias veces.
Se agazapa,
espera… Y casi nunca falla el golpe. Es todo un hermoso espectáculo. A veces
emplea las dos patas y la pelota queda atrapada entre ambas por unas décimas de
segundo.
A veces clava las uñas en la goma y la cuesta un buen rato deshacerse de la pelota.
A partir de
eso día se ha acostumbrado a jugar un rato conmigo en el dormitorio. A veces
algo más de un rato. Y cuando por fin apago la luz, hay días que se enfada por
no poder seguir jugando.
¿Por qué sé
que se enfada?. Por los maullidos que emite, cortos y secos, bien diferentes de
los melodiosos maullidos que emite cuando pide comida, y muy parecidos a los
que emite cuando tras un buen rato de caza no logra atrapar a una mosca.
Por el día
también juega, pero se cansa antes. Por el día tiene menos vitalidad.
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