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lunes, 29 de junio de 2015

Sofy, una gata muy “buenina”



A Mysy, mi anterior mascota, la gustaba mucho jugar. O mejor dicho, tenía un gran instinto cazador. Bastaba mover un dedo delante de ella para que se abalanzara sobre él y lo arañara. Y si las uñas fallaban por estar recién cortadas, intentaba hincar los dientes.
¿Agresiva?. No, más bien muy juguetona.
Eso sí, la palabra estrés no existía para ella. Era la dueña de la casa, y como tal la defendía ante extraños. Ante una puerta cerrada, en lugar de enfadarse, gruñir y darse media vuelta, la golpeaba con fuerza y perseverancia hasta que conseguía abrirla. Era todo un carácter

Un primer plano de Sofy

Sofy no hace frente a los extraños que invaden su territorio, pues se da media vuelta y se esconde lo más lejos posible.
Sofy no insiste en acceder a algún lugar que no debe; simplemente maulla algo enfadada, pero enseguida da media vuelta y se olvida.
Sofy no saca nunca las uñas por muchas “perrerías” que se la haga, y por supuesto menos aún los colmillos.
Y eso me preocupa.
Me preocupa que no defienda su territorio, que no insista en conseguir lo que quiere, que no saque las uñas si se la importuna.
Me preocupa que sea tan “buenina”.
Creo que por eso está estresada, por no sacar fuera, exteriorizando de vez en cuando, su instinto animal.

Jugando con Sofy

Y por eso de vez en cuando la hago renegar, o mejor dicho lo intento, bien tapándola la cabeza con mi mano o haciendo amago de arañarla en el lomo.
Pero pocas veces consigo una respuesta.
En contadas ocasiones responde. Entonces no saca las uñas como hacía Mysy. Muerde, o mejor dicho acaricia con los dientes, sin hincar.
Y la gusta.
Está claro que juega, porque en lugar de huir vuelve seis o siete veces a "morder" mi mano como si la misma fuera otro animal.
Pero enseguida se cansa.

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