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miércoles, 8 de agosto de 2012

Dar la medicina a un gato




Sofy, en su jaula, tras la visita al veterinario.
 Al día siguiente de volver del veterinario tiré toda la comida de Sofy que quedaba, pienso de pescado y verduras, por si acaso. “No te extrañe que sea la comida la causa de la infección de piel”, me dijo mi hermano, “El pescado suele tener muchas toxinas”.
Volví a comprar mixto, pienso de carne, pescado y malta.
También compré latillas de paté para gatos, que les encanta.
Cogía la pastilla del antibiótico, por cierto muy pequeña, la troceaba, la mezclaba con el paté y lo echaba todo en el bol. Una pastilla cada 12 horas. Así durante cinco días. Afortunadamente en el bol no quedaba ni rastro de la pastilla. Tampoco ni rastro de la comida. El truco, en caso de Sofy, había funcionado.
¡Miedo tenía!. Y es que con Mysy, mi anterior mascota, ese truco no funcionaba casi nunca. La mayoría de las veces encontraba el bol sin rastro de comida, pero con todos los trocitos de la pastilla intactos, por muy minúsculos que fueran. Afortunadamente Sofy no es tan exquisita, no tiene un paladar tan refinado y selectivo. ¡Por ahora!.
Aunque se sigue arrascando el cuello y mordiéndose la pata, la frecuencia con que lo hace ha disminuido considerablemente. El pelo ya la está cubriendo la zona otra vez y parece que los granitos rojizos la han desaparecido. Mañana la vuelvo a llevar a la “vete”, a revisión. ¡Ya veremos!.

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