Sofy, en su jaula, tras la visita al veterinario. |
Volví a comprar
mixto, pienso de carne, pescado y malta.
También compré
latillas de paté para gatos, que les encanta.
Cogía la
pastilla del antibiótico, por cierto muy pequeña, la troceaba, la mezclaba con
el paté y lo echaba todo en el bol. Una pastilla cada 12 horas. Así durante
cinco días. Afortunadamente en el bol no quedaba ni rastro de la pastilla. Tampoco
ni rastro de la comida. El truco, en caso de Sofy, había funcionado.
¡Miedo tenía!.
Y es que con Mysy, mi anterior mascota, ese truco no funcionaba casi nunca. La
mayoría de las veces encontraba el bol sin rastro de comida, pero con todos los
trocitos de la pastilla intactos, por muy minúsculos que fueran.
Afortunadamente Sofy no es tan exquisita, no tiene un paladar tan refinado y
selectivo. ¡Por ahora!.
Aunque se sigue
arrascando el cuello y mordiéndose la pata, la frecuencia con que lo hace ha
disminuido considerablemente. El pelo ya la está cubriendo la zona otra vez y
parece que los granitos rojizos la han desaparecido. Mañana la vuelvo a llevar
a la “vete”, a revisión. ¡Ya veremos!.
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