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lunes, 27 de agosto de 2012

Aparecen las pelotas perdidas


Sofy  ya lleva perdidas 8 pelotas de goma. ¿Dónde las esconde?. No tengo más, y tampoco pienso comprarla más. ¡Tengo que encontrarlas!.
Hace más de una semana que perdió su octava pelota. Me decido a buscarlas a fondo: Miro en todos los estantes abiertos, detrás de los libros, en los rincones de cada habitación. ¡Nada!.
Retiro algo la mesa del ordenador, cojo la aspiradora y meto la boquilla por un altillo inferior de la parte trasera del mueble, con bastante dificultad. Al rato oigo un ruido extraño: Retiro la boquilla y encuentro una pelota taponando la entrada. Apago la aspiradora y recojo la pelota. ¡He acertado!. Repito la operación y encuentro tres más. Ya son cuatro de las ocho. Puede que haya más. Pero no puedo retirar más la mesa por el amasijo de cableado. Mi hermano terminará de buscarlas, asegurándonos que no haya más debajo y tapando la rendija para que no se vuelvan a “perder”.

Sofy descansando, tras jugar con la pelota de goma.
Hago memoria y me doy cuenta de algo en lo que hasta ahora no había caído, aunque es muy evidente: No esconde las pelotas, no tiene un escondrijo donde ocultar sus juguetes favoritos. Tras jugar un buen rato con ellas por los pasillos de la casa o el centro de algunas habitaciones, las empuja hacia sitios inaccesibles, se está un buen rato alargando las patas para llegar a ellas, y cuando se cansa las deja por imposibles. Recuerdo una vez haberla visto  empujando la pelota por el minúsculo hueco entre la pared y una puerta abierta, e intentando sin éxito recuperarla. Juega a esconderlas y recuperarlas; lo malo es que lo primero lo hace muy bien, pero lo segundo…

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