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jueves, 12 de diciembre de 2019

Sofy estresada por las obras



 
Compro una mesa de comedor, más pequeña y funcional que la de siempre, pues las necesidades cambian y las mesas se deterioran tras muchos años de uso. Sofy la ve a cierta distancia, da un par de vueltas sin apartar los ojos de ella y luego husmea las patas de la mesa. Pero no se decide a saltar encima.
Al día siguiente veo que se acerca a la nueva mesa, se refriega la cabeza contra una de las patas y luego salta encima de la misma. Recorre pausadamente la superficie y de vez en cuando se detiene y agacha la cabeza para olisquear la madera.
Enseguida hace suyo el nuevo mueble, un lugar más para echarse un sueño.
Ya se sabe que todo cambio en el mobiliario causa estrés en un gato. E incluso, en algunos gatos, el simple cambio de lugar de una mesa, una silla, un sofá …


Pero lo que produce más estrés a un gato son las obras que hay que realizar de vez en cuando en el mantenimiento de una vivienda: Gente extraña (obreros) saliendo y entrando, ruidos modestos, invasión de su territorio.
Tocaba cambiar el suelo y la puerta del baño, amén de algún mobiliario higiénico de su interior. Trasiego de albañiles, carpinteros, electricistas, fontaneros, … Ruido y más ruidos. ¿Qué hace Sofy? Esconderse en la habitación más alejada, en el rincón, tras las cortinas. Supongo que, a causa del ruido, sin poder echarse un sueño.
A veces sale de su escondite a comer algo, la mitad de lo que acostumbra, cuando los ruidos cesan durante un largo tiempo. El primer día, cuando los ruidos eran más altos y prolongados, salía de su escondite, me miraba con cara de apenada y emitía un miau quejumbroso y repetitivo, como diciéndome “Me molesta mucho el ruido. Haz que pare, por favor.” La acaricio. Se calma. Más no puedo hacer. Los ruidos molestos sólo han durado un par de días, como era de esperar.


Pero ella no lo sabe. Asocia a la gente extraña con el ruido molesto de los dos primeros días, sigue escondiéndose y manteniéndose expectante, alerta. Espero que terminen pronto, en unos pocos días más. Por Sofy. Y también por mí y mi familia.

lunes, 25 de noviembre de 2019

El laberinto del gato de Angora




El Manul o gato silvestre de Pallas, habita en las estepas de Mongolia, Siberia y el Tíbet, y su abundante pelaje le protege del excesivo frío y viento. Lo más probable es que por hibridación del Manul con gatos domésticos rusos surgieran los antepasados de las razas de gatos Persa y Angora, con el gen responsable del pelo largo, que se desplazaron a Persia (actual Irán) y a Turquía respectivamente, donde se asentaron.

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El gato Angora fue descubierto en Angora (actualmente Ankara), en Turquía. Fue el primero de los gatos de pelo largo en llegar a Europa, en 1614-1626, de la mano de un naturalista italiano Pietro della Valle. El francés Nicholas-Claude Fabri los crió a partir de ahí, y se llevaron algunos gatitos a Inglaterra, donde fueron conocidos como “gatos Franceses“. No eran sino los originales Angoras Turcos.


Un gato Angora Turco

Unos años más tarde, también en el siglo XVII, se descubre al gato Persa, con los primeros ejemplares importados desde Persia (actual Irán) a Italia; y luego distribuido por el resto de Europa.

Los gatos provenientes de Persia eran grises y los de Turquía blancos.

Cuando el gato Persa llegó a Europa el Angora y el Persa fueron apareados indiscriminadamente, el Angora perdió popularidad y a principios de 1800 estuvo al borde de la extinción en Europa. Después del año 1900, el único gato de pelo largo reconocido de forma oficial por GCCF, en Inglaterra, fue la raza Persa. Si no lo hubiesen conservado en el zoológico de Turquía, podríamos haber perdido esta raza del todo.


Afortunadamente, durante las décadas de 1950 y 1960, EEUU, Gran Bretaña y Suecia importaron gatos de Turquía para empezar programas de cría y desarrollar la raza Angora Turco. Así, en EEUU la raza Angora Turco fue reconocida a principios de los setenta; pero hasta 1978, la CFA solo aceptó la variedad blanca, la forma más reconocida.

El Angora actual fue desarrollado en Gran Bretaña por Maureen Silson, quien en la década de 1960 apareó un Abisinio rojo con un Siamés Seal Point (marrón oscuro). Los descendientes que heredaron el rasgo canela fueron llamados gatos Orientales Shorthair; y los que heredaron el gen para el pelo largo dieron lugar al Angora o Angora Británico. La raza no está emparentada con el Angora del siglo XIX (el gato Francés, el original Angora Turco), ni con el revitalizado Angora turco (Ankara Kedisi), ni con el Oriental Longhair (o Mandarin), de reciente creación.


El gato Oriental es una raza de gato originaria de Tailandia.

El gato Oriental Longhair es el resultado del producto accidental de cruzas entre el gato Balinés y el gato Oriental Sorthair ocurridas en la década de 1980. Los primeros gatos de esta variedad son referenciados en Inglaterra como gato de Angora y se diferenciaban de los persas por tener una cabeza angular, orejas más grandes y manto más largo y sedoso. Luego se lo llamó Angora Británico para diferenciarlo de la raza “Angora Turco”.


En Estados Unidos el Angora Británico es una de las últimas razas en ser aceptadas dentro de las razas del grupo Siamés-Oriental. En 1983 es reconocido por su nombre en TICA, y en 1995 es aceptado por CFA. En la FIFe es llamado Javanés; y Mandarín en otras asociaciones. Pero en algunas asociaciones de EEUU usan Javanés para algunos colores del Balinés, lo que aumenta la confusión. En el año 2002, la GCCF renombra al "Angora Británico" como es reconocido con su nombre actual Oriental Longhair, en Inglaterra.


Resumiendo, existe el Angora Turco original o gato Francés, existe el actual Angora Turco, llamado Ankara Kedesi, ejemplares blancos de ojos azules, ámbar o dispares, protegido en los zoos de Turquía; y existen dos o más razas o variantes de Angora Británico, la más actual llamada Oriental Longhair


En el laberinto de los gatos angora, la raza original aún puede hallarse en el Angora Turco, llamado Ankara Kedesi. Este gato de pelo largo de extraordinaria belleza sigue conservándose en el zoológico de Ankara (Turquía), donde se mantiene la raza.

jueves, 14 de noviembre de 2019

El arte gatuno de Susan Herbert



Para mi sorpresa, muy gratificante, encuentro en la web a Susan Herbert y múltiples obras de arte, copias, en las cuales los protagonistas son gatos. Resumo lo leído:

Susan Herbert nació en Hampton-in-Arden, Inglaterra, el 30 de septiembre de 1945 y falleció en 2014. Tuvo una formación autodidacta. En 1990, tras quince años de trabajo duro y de éxito limitado, Thames and Hudson publicó “Cats Gallery of Art”, que fue un fenómeno editorial. Ahora es la artista del gato, con nueve libros publicados.

En su último libro “Cats Galore”, que podría traducirse como Gatos a montones, continúa su afición por forzar descaradamente a los gatos a meterse en la historia del arte, cambiando las personas que aparecen en El nacimiento de Venus de Botticelli o Las meninas de Velázquez por… simpáticos gatitos.
Suena divertido, pero los resultados son a menudo y de forma aún más cómica, bastante buenos y muy serios. Susan Herbert apena altera su estilo recreando escenas de Vermeer y Manet, desdibujando las líneas entre el Barroco y el Impresionismo. Su devoción por la historia del arte felinamente modificada es impresionante.

Realizó más de 300 pinturas con gatos. Merece la pena visualizar su obra.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Halloween y los gatos negros



Los gatos negros son los que menos se adoptan en las protectoras de animales. Su falsa fama de mala suerte les ha colgado un estigma difícil de quitar. Pero en octubre algunas protectoras han notado un aumento del interés por estos animales; lo cual es, al menos, sospechoso.

Leo en un periódico digital que, al parecer, hay grupos satánicos que celebran la noche de Halloween sacrificando gatos y derramando su sangre; los cuales deben ser completamente blancos o negros, sin ninguna mancha de otro color en su pelaje y vírgenes, por lo que nunca son mayores de seis meses.



En EEUU son gatos negros y conejos blancos los sacrificados. Sea cual sea el país, la ignorancia y la superstición hacen que el gato negro sea muy común en los rituales, además de perros, corderos o gallinas.



Según el mismo artículo periodístico esto ha hecho que varias protectoras hayan anunciado que posponen las adopciones de gatos negros y blancos hasta después de Halloween. Asimismo, se avisa a las personas que tengan estas mascotas que los encierren en casa y los vigilen de cerca para que no los roben.

Sea una escalofriante realidad o un bulo, toda prevención es poca para evitar el maltrato animal. No obstante, si a pesar de todas las precauciones, se da un caso así y se halla al autor de alguno de estos sacrificios, este podría enfrentarse en España a un año y medio de prisión por maltrato animal.

domingo, 27 de octubre de 2019

La sensibilidad en los gatos





Lo siguiente es un resumen del interesante spot encontrado en Genial.guru sobre algunos, no todos, comentarios de la zoopsicóloga Marina Zherebilova en su cuenta de Instagram. Si les gusta este resumen les insto a leer el mencionado spot.

En una situación donde la necesidad del gato no puede ser total o parcialmente satisfecha, nos encontramos ante un momento de frustración. Tres ejemplos: Al jugar con un láser privamos al felino de experimentar euforia ante el logro de cazar a la presa; si se le obliga al ayuno antes de hacerse unas pruebas o intervención, al estar acostumbrado a recibir comida en un momento concreto; o si se cerró la puerta donde se encuentra su bandeja sanitaria, al no comprender por qué no puede ir a hacer sus necesidades.

Cualquier acción que conduzca a consecuencias negativas provoca lo que se conoce como indefensión aprendida. Por ejemplo, cuando tras un corto tiempo dejamos de jugar con el gato, sin más, para dedicarnos a nuestros asuntos; lo que para un gato es un castigo que no entiende, ya que todo iba bien.


El apetito del gato es también un indicador de su estado psicológico. Puede haber un estrés agudo tras mudarse a un nuevo lugar de residencia, lo que hace que el gato coma poco o nada. Puede haber un estrés crónico, típico en los gatos con trastornos de ansiedad, por miedo a otros animales, a personas o al entorno. Puede haber un síndrome bulímico, tragando grandes cantidades de alimento que luego vomita.

El gato, a menudo, experimenta ansiedad y preocupación por el contacto físico con los humanos. El mayor estrés lo experimentan los gatos que permiten que se les acaricie cuando esto no les gusta.

La pica es el deseo de comer objetos no comestibles. Puede ser por falta de nutrientes en su dieta o desequilibrio de minerales; puede presentar parásitos que le generan anemia; o puede tener leucemia.

¿Qué hacer si el gato está enloquecido? No trates de sujetar al animal agresivo para calmarlo. Existe un término que se denomina estado afectivo; al estar inmerso en él, tanto los humanos como los animales no se dan cuenta de nada, por lo que puedes sufrir lesiones graves. Envuelve al animal en una prenda, no le hables ni grites, lo aíslas envuelto 15 minutos en una habitación oscura, y luego lo sueltas en un entorno agradable, donde lo que causó la agresión esté fuera de su “radar”. 

jueves, 17 de octubre de 2019

Algunos momentos en la vida de Sofy





Sofy embobada mirando por la ventana.
Si hay pájaros o palomas fuera, intenta atraparlos.
Y si no puede, se enfada y refunfuña.


Sofy dormitando encima de mi mesa de trabajo.
Sólo si estoy yo en la mesa.
A veces cuesta echarla cuando necesito espacio.


Sofy jugando con su nuevo rascador.
Intenta inútilmente coger la bola.
Pero nunca se rasca las uñas en él.


Sofy aposentada encima de mí.
A veces se echa un pequeño sueño, no muy profundo.
Otras veces simplemente reposa.



Sofy acomodada en un rincón de mi cama.
A veces, de día, se acomoda debajo de la cama.
Otras veces se mete bajo la colcha o las sábanas. 

domingo, 13 de octubre de 2019

Gatos en la Edad Media




Resumo lo encontrado en diversas fuentes, entremezclando el contenido y eliminando opiniones, a mi juicio, erróneas.

Hasta la Baja Edad Media (año 1300), en Europa, los campesinos, los conventos y los monasterios usaban a los gatos para acabar con los roedores de las cuadras y los almacenes, a pesar del juicio de la iglesia católica, que desaprobaba un exceso de familiaridad con los animales y en especial con el gato, que es el único animal que tenía acceso a toda la casa. Mientras tanto, en el islam, maltratar a un gato se consideraba un grave pecado.

Con el resurgir de algunos cultos paganos, y el incremento de herejías, apostasía, hechicería y magia (brujería), la actitud de la Iglesia se endureció. En la simbología medieval el gato se asoció a la mala suerte y al mal, sobre todo si era negro, el color del diablo. Su comportamiento sexual muy expresivo, su gran necesidad de dormir, considerada pereza, y sus vagabundeos contribuyeron a forjar una imagen negativa. Era el animal del diablo y el acompañante predilecto de las brujas, al que se le atribuían poderes sobrenaturales, como tener siete vidas.

Los huesos de los gatos, además, eran utilizados en rituales paganos.

Poco a poco el gato fue ganando en animadversión, hasta el punto de que estuvo casi ausente en la gran peste negra del siglo XIV, la epidemia que asoló Europa, Asia Menor, Oriente Medio y el norte de África entre los años 1346 y 1353, falleciendo cerca de 20 millones de habitantes, pues se extendió muy rápidamente y no hizo distinción de edad o estratos sociales. Se dio en esos años una abundante población de ratas negras frente a una escasísima población de gatos, los cuales ofrecen una mayor resistencia biológica a la peste negra.

Típica ilustración de bruja con gato

El Papa Inocencio VII y su famosa bula Summis desiderantes affectibus, de 1484, en la cual admitió la existencia de la brujería y ordenó el procesamiento de cualquier sospechoso de este delito contra la fe, contribuyó a que se sacrificaran gatos en las fiestas populares, lo que marcó un gran período de persecución para el felino.​ Se creía que el diablo se disfrazaba de gato en sus visitas a la tierra, y fue condenado al igual que sus dueños, brujos y brujas. Fueron muchos los gatos quemados vivos en las plazas públicas, aunque hay un mayor número referente a sapos o lobos. 

Durante la Edad Media los excrementos de los gatos entran frecuentemente en la preparación de recetas para disminuir la caída del cabello o para curar la fiebre o la epilepsia; la grasa y la médula del gato se encuentran en los preparados para curar la artritis y otras dolencias articulares como la gota, y la carne se usaba para curar los dolores de espalda o para tratar las hemorroides.

El gato también fue usado por su piel durante la Edad Media. Las pieles que provenían de gatos se destinaban sobre todo al pueblo y no a la nobleza, ya que eran baratas e iguales en calidad a las de conejo, cordero y zorro. Los peleteros cazaban gatos en la calle o recogían sus cadáveres, para despellejarlos y vender sus pieles. Era normal que se aconsejase a los dueños quemar el pelo de sus gatos para que no fueran capturados por un peletero.

Los estragos de la peste negra ayudaron a la rehabilitación del gato y empieza a considerarse animal familiar en los textos a partir del siglo XVII. El Renacimiento (Siglos XV y XVI) significó un cierto cambio en la suerte de los gatos, por su acción contra los roedores devoradores de las cosechas. 

Para ampliar este resumen les dejo los enlace a los documentos visitados: