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domingo, 13 de octubre de 2019

Gatos en la Edad Media




Resumo lo encontrado en diversas fuentes, entremezclando el contenido y eliminando opiniones, a mi juicio, erróneas.

Hasta la Baja Edad Media (año 1300), en Europa, los campesinos, los conventos y los monasterios usaban a los gatos para acabar con los roedores de las cuadras y los almacenes, a pesar del juicio de la iglesia católica, que desaprobaba un exceso de familiaridad con los animales y en especial con el gato, que es el único animal que tenía acceso a toda la casa. Mientras tanto, en el islam, maltratar a un gato se consideraba un grave pecado.

Con el resurgir de algunos cultos paganos, y el incremento de herejías, apostasía, hechicería y magia (brujería), la actitud de la Iglesia se endureció. En la simbología medieval el gato se asoció a la mala suerte y al mal, sobre todo si era negro, el color del diablo. Su comportamiento sexual muy expresivo, su gran necesidad de dormir, considerada pereza, y sus vagabundeos contribuyeron a forjar una imagen negativa. Era el animal del diablo y el acompañante predilecto de las brujas, al que se le atribuían poderes sobrenaturales, como tener siete vidas.

Los huesos de los gatos, además, eran utilizados en rituales paganos.

Poco a poco el gato fue ganando en animadversión, hasta el punto de que estuvo casi ausente en la gran peste negra del siglo XIV, la epidemia que asoló Europa, Asia Menor, Oriente Medio y el norte de África entre los años 1346 y 1353, falleciendo cerca de 20 millones de habitantes, pues se extendió muy rápidamente y no hizo distinción de edad o estratos sociales. Se dio en esos años una abundante población de ratas negras frente a una escasísima población de gatos, los cuales ofrecen una mayor resistencia biológica a la peste negra.

Típica ilustración de bruja con gato

El Papa Inocencio VII y su famosa bula Summis desiderantes affectibus, de 1484, en la cual admitió la existencia de la brujería y ordenó el procesamiento de cualquier sospechoso de este delito contra la fe, contribuyó a que se sacrificaran gatos en las fiestas populares, lo que marcó un gran período de persecución para el felino.​ Se creía que el diablo se disfrazaba de gato en sus visitas a la tierra, y fue condenado al igual que sus dueños, brujos y brujas. Fueron muchos los gatos quemados vivos en las plazas públicas, aunque hay un mayor número referente a sapos o lobos. 

Durante la Edad Media los excrementos de los gatos entran frecuentemente en la preparación de recetas para disminuir la caída del cabello o para curar la fiebre o la epilepsia; la grasa y la médula del gato se encuentran en los preparados para curar la artritis y otras dolencias articulares como la gota, y la carne se usaba para curar los dolores de espalda o para tratar las hemorroides.

El gato también fue usado por su piel durante la Edad Media. Las pieles que provenían de gatos se destinaban sobre todo al pueblo y no a la nobleza, ya que eran baratas e iguales en calidad a las de conejo, cordero y zorro. Los peleteros cazaban gatos en la calle o recogían sus cadáveres, para despellejarlos y vender sus pieles. Era normal que se aconsejase a los dueños quemar el pelo de sus gatos para que no fueran capturados por un peletero.

Los estragos de la peste negra ayudaron a la rehabilitación del gato y empieza a considerarse animal familiar en los textos a partir del siglo XVII. El Renacimiento (Siglos XV y XVI) significó un cierto cambio en la suerte de los gatos, por su acción contra los roedores devoradores de las cosechas. 

Para ampliar este resumen les dejo los enlace a los documentos visitados:




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