Cuando alguien pierde a una mascota,
especialmente si es canina o felina, se aferra a la idea de que no la ha
perdido para siempre, de que el espíritu de su mascota permanece, y de que tras
la muerte se volverán a encontrar. Es normal que así sea. La idea de la
transcendencia, de la vida después de la vida, es un distintivo fundamental de
la especie humana, como lo es el mundo de las ideas, el mundo de la razón.
¿Por qué no creer que los animales,
especialmente las especies más próximas a nosotros como caninos o felinos,
poseen un espíritu inmortal y por tanto tienen derecho también a esa
maravillosa idea de la transcendencia?.
En revistas informativas de ciertos grupos
religiosos actuales no se concibe un paraíso tras la muerte donde no estén
presentes los animales.
Tal vez exista, o al menos muchos queremos
creer en ello, El puente del Arco Iris, el cielo de los animales. Edito
aquí parte del relato encontrado:
Hay un puente que queda entre el Paraíso y la Tierra, y se llama
Puente del Arco Iris. Cuando un animal que ha sido especialmente amado por
alguien aquí en la Tierra muere, entonces va al Puente del Arco Iris.
Allí hay valles y colinas para todos nuestros amigos especiales,
para que ellos puedan correr y jugar juntos. Hay mucha comida, agua y sol, y
nuestros amigos se encuentran cómodos y al abrigo.
Todos los animales que han estado enfermos o que eran ancianos,
recuperan su salud y vigor; aquellos que fueron heridos o mutilados recuperan
lo perdido y son fuertes nuevamente, tal como los recordamos en nuestros
sueños de días y tiempos pasados.
Los animales están felices y contentos, excepto por una pequeña
cosa: Cada uno de ellos extraña a alguien muy especial, alguien a quien tuvo
que dejar atrás.
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Hasta hace bien poco se simplificaba la
cuestión sobre el alma de los animales diciendo que éstos sólo tenían instinto,
que el instinto de supervivencia era el motor que justificaba todas sus
acciones. Ahora sabemos que también sienten y padecen, que también sufren,
están tristes, alegres, o felices, aunque no lo manifiesten como los humanos.
Leo en la web que “animales” y
“animación” provienen del latín “anima”, que se traduce como alma. Los animales tienen alma porque en ellos mismos
está su principio de movimiento y tienen facultades del cuerpo como la
nutrición, la sensación, imaginación, etc.
Por lo tanto, sí, los gatos tienen alma.
Pero ello no justifica ni sostiene el que
puedan tener vida después de la vida.
Parece
comprobado que los seres humanos, al fallecer, pesamos 21 gramos menos. ¿Es ese
el peso del alma humana?. ¿Cuál sería el peso del alma de un gato (o de un perro)?.
Tal vez habría que separar el concepto de
“alma” del de “espíritu”.
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