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martes, 7 de marzo de 2017

Sofy sobre el cristal



Durante más de cuatro años he visto a Sofy subirse a casi todos los sitios accesibles de la casa. Y digo casi todos porque hay uno, y muy accesible, al que nunca la había visto subirse.
Hasta que la vi por primera vez.
Entré en casa. Me extrañé de que Sofy no saliera a recibirme al pasillo, o que no estuviera detrás de la puerta al abrirla con llave.
Avancé hacia el comedor y terminé de abrir la puerta, que estaba medio abierta.
Y me llevé una sorpresa: Sofy estaba apoyada sobre sus cuartos traseros, erguida, mirando para mí, encima del cristal de la mesita central del comedor.
No medía ni 60 cm de altura. De un salto podía acceder a ella. Pero nunca lo había hecho.
Busqué rápidamente la cámara de fotos y la saqué dos o tres instantáneas, a pesar de que había poca luz.
¡A saber cuándo la volvería a ver encima de la mesita!.
Estuvo un buen rato en esa posición.

Sofy, bostezando sobre el cristal.


En los siguientes meses la he vuelto a ver subirse a la mesita, sentarse en el cristal, estar un rato y luego saltar al suelo. Pero pocas, muy pocas veces. Y en todas ellas un dato muy curioso: Nunca se ha echado para dormitar sobre el cristal, y menos aún tener una actitud acechante, en cuyo caso su tripa hubiera estado directamente en contacto con el cristal.
Me consta que el tardar tanto en subirse por primera vez a la mesita es a causa de su superficie de cristal.
Pero, ¿por qué el cristal?.
¿Acaso por ser más frío que la madera, la tela, el parquet?.
También es fría la encimera de la cocina, y muchas veces se sube a ella y se da un paseo, aunque nunca se echa a descansar.
Tal vez, solo tal vez, la superficie de cristal la recuerde a la metálica superficie de las clínicas veterinarias, y por ello la imponga cierto respeto.
Y es que un gato, por muy movido que sea, en cuanto un veterinario le saca del transportín y le coloca en la encimera metálica, el gato se queda parado, como petrificado.   

lunes, 27 de febrero de 2017

El circo y sus animales




En mis años de infancia y parte de la adolescencia, recuerdo que a los niños nos encantaba el circo, al que solíamos acudir, al menos, una vez al año. Nos gustaban los trapecistas, disfrutábamos con los payasos, pero sobre todo nos fascinaban los animales: Leones, tigres, elefantes.

Hace algo más de un año que están saliendo en los medios de comunicación noticias que ponen de manifiesto una feroz campaña de los Animalistas en contra de la exhibición de animales en los circos.

Ya en mi primer spot en este blog dije sobre el PACMA que, aun estando de acuerdo con muchos de sus postulados, no veía con buenos ojos su radical postura en ciertos temas. Y en el tema del circo tienen una postura peligrosamente radical, algo que deberían meditar para evitar hacer más daño que bien.

León de circo, foto de un periódico digital

Leo que el Ayuntamiento de Madrid impulsará una normativa para prohibir los espectáculos circenses con animales. El objetivo es defender a los animales del “estrés y sufrimiento” a los que están sometidos en este tipo de espectáculos.
Estando de acuerdo en que la legislación recoja que “… los animales han de ser respetados, no ser víctimas de maltrato y a no ser sometidos a esfuerzos o actos crueles que les ocasionen sufrimiento, ansiedad o stress”, creo que el sentido común debe hacer algunas matizaciones.

Se pone en riesgo a cientos de familias que se dedican a la polémica y bella actividad circense, familias que rechazan las acusaciones de maltrato y sostiene que los animales, «nacidos en cautividad», cuentan con «grandes recintos para correr y jugar y veterinario 24 horas».

Leo que en países como México, donde se prohibió el circo con animales, murieron el 80% de los mismos. La mayoría de los animales de los circos y de los zoos han nacido en cautividad y no tienen hábitat propio. Es imposible que vuelvan al "hábitat natural" y si los sueltan morirán sin remedio, pues no saben ni cazar.

Elefante de circo, foto de un periódico digital

Leo que en los ayuntamientos de Getafe, San Sebastián de los Reyes o Móstoles ya se han prohibido los circos con animales, hasta en 200 localidades. Se alega que: “Es evidente que otro circo es posible”, por lo que “hay que apostar por espectáculos más atractivos para el público, en los que no es necesario que ningún animal sea maltratado”.


¿Qué diferencia hay, esgrimiendo los argumentos de maltrato, entre los animales que se usan en el circo y los toros que corren los encierros tradicionales de estas poblaciones, alguna de ellas famosa por ello?


Los grupos animalistas acusan a los circos de “esclavismo y maltrato animal”. Si efectivamente lo hay, que lo denuncien ante los tribunales, pues eso está penado por ley. Pero en lugar de ello, leo que: “Cinco animalistas detenidos por asaltar un circo en plena función y dejar a un domador inconsciente”. Mal, muy mal.

Tigre de circo, foto de un periódico digital

            
Se alega que “Los animales tienen todo el derecho a vivir su vida en su propio hábitat, y ahí es donde deben de estar”. De acuerdo, pero… Se debería pensar que, al igual que ocurre con las mascotas, la vida de los animales en el circo puede ser más placentera, saludable y longeva que la de sus congéneres salvajes.

Si desaparecen los animales de los circos, ¿dónde pueden ver los niños (y no tan niños) animales vivos? ¿En los zoos? Hay muy pocos, por lo que están alejados de la mayoría de las poblaciones, además de ser muy costosos de mantener. Y los animalistas no tardarán en intentar que se cierren, aunque sea difícil de conseguir. ¿En las reservas naturales tipo Cabárceno, en Cantabria? Sería una solución que satis facería a la mayoría.

jueves, 16 de febrero de 2017

La comida de Sofy



Sofy sigue comiendo pienso, comida seca. Y no de las más baratas, pues cuesta algo más del doble que el pienso que daba a mi anterior mascota Myfy.
Todo sea por que esté bien alimentada, sin excesos, y algún día la desaparezca esa dichosa alergia (estrés, o lo que sea) y deje de lamerse las patas para volver a tener en ellas la capa de pelo abundante que tenía los primeros meses de vivir conmigo.
Y no, no la gusta mucho, pero lo come.

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Hace unos meses he pasado de rellenar el bool de comida tres o cuatro veces diarias a darla dos tomas diarias, separadas unas 12 horas. Dos bool de pienso al día y uno de agua fresca. Según la veterinaria que me aconsejó ese pienso, aunque coma poco no hay problema, pues es un producto muy alimenticio y completo.

Sofy, dándose un festín de comida húmeda

De vez en cuando, al menos una vez por semana, la doy un sobrecito de comida húmeda en lugar del pienso. Y lo nota. ¡Vaya si lo nota!. Se zampa de una sentada más de la mitad, mientras que si es pienso no llega a la tercera parte por mucha hambre que tenga.
La comida seca, el pienso, es más cómodo que la comida húmeda, pues no deja residuos que manchen el bool y evita estar pendiente de limpiarlo. A su vez, al adquirirlo en grandes cantidades, el producto más caro te puede salir más económico que la comida húmeda de los sobrecitos de toma única.

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Otra cosa diferente son las latas de comida húmeda. A los gatos les gusta más que el pienso, pero no dura abierta de un día para otro; se estropea enseguida, salvo que se meta en el frigorífico, y por ello, aunque bien de precio, sólo algo más cara que el pienso, no es práctico salvo que se tengan varios gatos, no una sola mascota.

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A los pocos días de darla comida húmeda, de lata, mi anterior mascota Myfy dejó de comer el pienso. Yo cedí y la seguí dando comida húmeda. No hubo manera de volver al pienso.

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Más apetecible que la comida en lata es la comida en latillas, generalmente de forma redonda y de escaso contenido. Mi anterior mascota, Mysy, se volvía loca cuando la enseñaba una de esas latillas. 
Son mucho más caras que la comida de lata. 
Sofy aún no las conoce.

sábado, 4 de febrero de 2017

Gatos abandonados



Leo que hay unos 400 gatos abandonados (no gatos silvestres) que campan por el  Parque del Retiro de Madrid, lejos del hogar y la atención familiar que muchos de ellos conocieron como mascotas, a la espera de que alguien los alimente.
“Acostumbrados a vivir bajo la protección y cuidado de una familia, el destino de muchos de ellos es acabar heridos, enfermos o desnutridos; incluso fallecer por el ataque de otros al ser muy territoriales”.
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Sólo el 10% de las mascotas son entregadas por sus dueños a los refugios de animales en lugar de abandonarlos en cualquier parque. Una vez abandonados y hasta que los felinos son rescatados, vagan buscando sitios donde protegerse y esconderse. Cuando los voluntarios de las diversas asociaciones (AGAR, Madrid Felina, etc) los encuentran, los llevan al veterinario para comprobar su estado de salud y se ponen en marcha para buscarles un nuevo hogar, como fue el caso de mi mascota Sofy, encontrada vagando por las calles junto a su hermana, con sólo tres meses de vida.

Gatos abandonados en un parque, según un periòdico digital.

Leo que según un estudio publicado por la Fundación Affinity, en 2015 fueron recogidos en España 33.330 gatos de la calle. Me parecen muchos, demasiados, pero se estima que cada cuatro minutos se abandona un perro o gato en nuestro país.
Sólo el 3% de los gatos abandonados portaban un microchip identificativo, técnica muy útil para que el dueño pueda recuperar a la mascota en caso de extravío. En los perros fue el 31% los que portaban el microchip, mientras la Ley obliga a la identificación del 100% de los caninos por sus dueños.
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Leo que el 44% de los animales abandonado son adoptados en breve tiempo (¿cuántos de ellos son gatos?), si son cachorros, pues los adultos pueden llegar a esperar hasta siete meses para ser adoptados; el 19% son devueltos a sus dueños gracias al microchip que llevan insertados bajo la piel (en este la mayoría son perros); el 14% permanece en el centro de acogida adjudicado y el 10% son sacrificados (supongo que por enfermedades graves o muy mal estado físico).
En España el abandono de animales de compañía continúa siendo un problema muy importante. ¿Falta o maltrato animal? ¿La excusa?: "Los problemas de comportamiento y de adaptación". Otra excusa como las camadas no deseadas pueden prevenirse por medio de la esterilización o castración de los animales de compañía.
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Aunque el abandono de animales está sancionado (económicamente) por la Ley (artículo 337 del Código Penal), «es casi imposible pillar a alguien «in situ» abandonando a su animal de compañía»; y además «la sanción económica varía en función de los ingresos que tenga la persona», aunque si la persona acusada ejerce una profesión relacionada con los animales, «quedará inhabilitada para el ejercicio de la misma».
Afortunadamente el Código Penal Español castiga el maltrato animal, pues «en estos casos la pena oscila entre uno y tres años de prisión».

domingo, 29 de enero de 2017

Rarezas de Sofy



Sofy sigue echándose sobre el anorak, tras tirarla al suelo.
No, no se puede dejar a la vista de Sofy una prenda de vestir sobre una silla, aunque ésta se encuentre bien colocada sobre el respaldo. Hay que colgarla en el armario y cerrar la puerta del mismo antes de que entre; y digo antes porque si brinca dentro es laborioso que salga.
Una lectora de mis post me comentó que con esta acción el gato impregna de feromonas la prenda, la hace suya, y luego se siente muy feliz y confortable sobre la misma.
Parece una explicación muy razonable para una conducta inapropiada.

Sofy sobre la prenda, tras tirarla al suelo.

Lo que sí que es raro de explicar es que no sepa aún, porque poder, puede, sacar las pelotas de goma de su cuna cuando tiene ganas de jugar con ellas.
Una caja de zapatos nuevos… Tiro la tapa, guardo los zapatos en la cómoda, y pongo al alcance de Sofy la caja sin tapa.
En cuanto la ve se acerca y no tarda en saltar a su interior. Da una vueltas sobre sí misma y no tarda en acomodarse en ella.
¿Acomodarse?. ¡Si casi no cabe!.
Retorcida, hecha una bola, con la cabeza fuera.
No, yo no me la imagino nada cómoda. Pero es mi percepción.
Y mi percepción parece estar muy equivocada cuando veo pasar tiempo y tiempo a Sofy dentro de la caja.
Y para más inri a veces se hecha un sueño, más o menos prolongado, en esa “incómoda” postura.
Pero esa no es la rareza que quería comentar.
*
Arrojo una pelota dentro de la caja. Sofy se acerca, mete la zarpa y golpea la pelota para sacarla. Debe salvar una altura de unos 12 cm. La golpea una y otra vez. La pelota no sale. Pero Sofy sigue y sigue hasta sacar la pelota de la caja.
Hasta aquí, lo normal. Pero…
Sofy tiene ganas de jugar con la pelota. Busca y busca por todos los rincones de la casa. No encuentra ninguna pelota.
En la cuna tiene tres o cuatro pelotas. Me levanto y cojo una de ellas. Sofy se pone expectante, lista para correr tras ella en cuanto se la lance. Pero en lugar de lanzarla la devuelvo a la cuna. Sofy se acerca, echa un vistazo, se retira y espera que yo la coja.
La altura que debe salvar de la cuna para extraer de ella las pelotas es la mitad de una caja de zapatos. Pero o no las ve una vez dentro de la cuna por algún efecto óptico extraño, o no quiere verlas.
La rareza es que, por muchas ganas que tenga de jugar, nunca la he visto realizar el menor intento por extraer alguna pelota de la cuna.
¡Raro, rarísimo!.
¿Alguien tiene una explicación?.