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jueves, 16 de febrero de 2017

La comida de Sofy



Sofy sigue comiendo pienso, comida seca. Y no de las más baratas, pues cuesta algo más del doble que el pienso que daba a mi anterior mascota Myfy.
Todo sea por que esté bien alimentada, sin excesos, y algún día la desaparezca esa dichosa alergia (estrés, o lo que sea) y deje de lamerse las patas para volver a tener en ellas la capa de pelo abundante que tenía los primeros meses de vivir conmigo.
Y no, no la gusta mucho, pero lo come.

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Hace unos meses he pasado de rellenar el bool de comida tres o cuatro veces diarias a darla dos tomas diarias, separadas unas 12 horas. Dos bool de pienso al día y uno de agua fresca. Según la veterinaria que me aconsejó ese pienso, aunque coma poco no hay problema, pues es un producto muy alimenticio y completo.

Sofy, dándose un festín de comida húmeda

De vez en cuando, al menos una vez por semana, la doy un sobrecito de comida húmeda en lugar del pienso. Y lo nota. ¡Vaya si lo nota!. Se zampa de una sentada más de la mitad, mientras que si es pienso no llega a la tercera parte por mucha hambre que tenga.
La comida seca, el pienso, es más cómodo que la comida húmeda, pues no deja residuos que manchen el bool y evita estar pendiente de limpiarlo. A su vez, al adquirirlo en grandes cantidades, el producto más caro te puede salir más económico que la comida húmeda de los sobrecitos de toma única.

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Otra cosa diferente son las latas de comida húmeda. A los gatos les gusta más que el pienso, pero no dura abierta de un día para otro; se estropea enseguida, salvo que se meta en el frigorífico, y por ello, aunque bien de precio, sólo algo más cara que el pienso, no es práctico salvo que se tengan varios gatos, no una sola mascota.

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A los pocos días de darla comida húmeda, de lata, mi anterior mascota Myfy dejó de comer el pienso. Yo cedí y la seguí dando comida húmeda. No hubo manera de volver al pienso.

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Más apetecible que la comida en lata es la comida en latillas, generalmente de forma redonda y de escaso contenido. Mi anterior mascota, Mysy, se volvía loca cuando la enseñaba una de esas latillas. 
Son mucho más caras que la comida de lata. 
Sofy aún no las conoce.

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