A los
tres días del nuevo tratamiento Sofy parece recuperarse. La medicina nueva no
la produce ese letargo de antes. Está más viva, juega más, salta de vez en
cuando sin que la motive la caza de alguna mosca.
Sigue
aseándose, lamiéndose, casi con la misma frecuencia de siempre, pero muy
raramente se muerde en las patas; y cuando lo hace enseguida para por sí misma.
A los
doce días la vuelvo a llevar al veterinario. Un perro se nos ha adelantado, al
que le hicieron hasta una ecografía. Casi hora y media de espera.
La
veterinaria encuentra mejor a Sofy. Otra inyección de corticoides, esta vez con
una dosis menor que la anterior, y con la esperanza de que sea la última que
necesite. La ayudante pincha mal la aguja. Ha debido tocar el hueso. Sofy se
queja. Tras un rato de espera, la vuelve a pinchar en el otro lado.
De
regreso a casa nos metimos en un bar a tomar un café, nos sentamos al lado de
la ventana y orienté la jaula de modo que Sofy pudiera estar un buen rato
contemplando la calle de cerca, viendo el transitar de coches y personas.
Es
noviembre. Hace bastante frío. Espero que el frío ayude a que Sofy se
restablezca lo antes posible.
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