¿A quién no le gusta el jamón? Posiblemente a nadie. Y más si es
jamón ibérico; y mucho más si es el denominado pata negra. A todos les gusta.
Habrá personas que digan que no les gusta, pero pienso que lo dicen para salvar
su dignidad, no porque realmente sea así, al ser conscientes de no tener los
recursos económicos para adquirirlo con cierta frecuencia. Personalmente
prefiero el jamón cocido que el curado, pero eso va en gustos.
Habrá quienes digan que a los musulmanes no les gusta el jamón.
¡Falso! No lo comen porque su religión se lo prohíbe, y no porque lo rechace su
paladar; como tampoco rechazaría su paladar el redondo, el filete de Sajonia,
el secreto, y otras sabrosas carnes del cerdo.
Sofy, observando atentamente una mosca. |
A los gatos les pasa como a las personas, que les encanta el jamón.
Y lo sé por experiencia, no porque lo halla leído en algún sitio.
En mi casa nunca he tenido jamón, ni curado ni cocido. Por ello no
he podido saber si a alguna de mis mascotas felinas, Mysy y Sofy, les hubiera
gustado o no. Sospecho que a Mysy, ya fallecida, le hubiera gustado en
cualquiera de sus variantes.
Lo que sí he tenido en casa, aunque no muy frecuentemente, son finas
lonchas de jamón, para hacer un pequeño bocadillo de semana en semana.
A Mysy la encantaba las finas lonchas de jamón. Recuerdo que no me
dejaba en paz hasta que la invitaba. Para ella era una golosina especial. ¡Lo
devoraba!
Hace un mes, estando en el supermercado, recordé que hacía más de
siete años que no compraba lonchas de jamón; así que, en lugar de lonchas de
mortadela o de chóped de pavo, adquirí un pack de lonchas de jamón.
Sofy, comiendo placenteramente. |
Al hacerme un bocadillo, el ruido del envoltorio hizo que Sofy
viniera corriendo donde yo estaba, pensando tal vez que era su sobre de sabrosa
comida húmeda. Corté un trocito de la fina loncha y se lo di, pensando que
seguramente lo rechazaría como ocurría con la mortadela o el chóped de pavo. Lo
olió unos segundos y … ¡Sorpresa! No sólo se lo zampó con gusto, sino que alzó
sus patas sobre mis rodillas y comenzó a maullar pidiendo más. La di dos
trocitos más, se los zampó en un momento, y me pidió más. La di, troceada, el
resto de la loncha; y en menos de un minuto lo zampó, relamiéndose a gusto y
pidiendo más.
Cuatro días más tarde volvió a ocurrir lo mismo. Sólo que esta vez
se me cayó al suelo un trocito de loncha. Lo recogí y lo tiré a la basura. Sofy
se acercó al cubo de la basura, aún sin tapar, metió la cabeza y empezó a oler
hasta localizar el trocito de jamón. Metió la zarpa y comenzó a arañar hasta
sacar lo que quería, que se zampó en un momento.
Definitivamente, a los gatos les gusta el jamón. La mortadela o el
chóped, para nosotros, los humanos; para ellos, los dueños de las casas, el
jamón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario