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viernes, 2 de noviembre de 2018

A Sofy le gusta el jamón




¿A quién no le gusta el jamón? Posiblemente a nadie. Y más si es jamón ibérico; y mucho más si es el denominado pata negra. A todos les gusta. Habrá personas que digan que no les gusta, pero pienso que lo dicen para salvar su dignidad, no porque realmente sea así, al ser conscientes de no tener los recursos económicos para adquirirlo con cierta frecuencia. Personalmente prefiero el jamón cocido que el curado, pero eso va en gustos.
Habrá quienes digan que a los musulmanes no les gusta el jamón. ¡Falso! No lo comen porque su religión se lo prohíbe, y no porque lo rechace su paladar; como tampoco rechazaría su paladar el redondo, el filete de Sajonia, el secreto, y otras sabrosas carnes del cerdo.

Sofy, observando atentamente una mosca.

 ¡Gato a la vista! ... ¡Rápido, guarden el jamón!
A los gatos les pasa como a las personas, que les encanta el jamón.
Y lo sé por experiencia, no porque lo halla leído en algún sitio.
En mi casa nunca he tenido jamón, ni curado ni cocido. Por ello no he podido saber si a alguna de mis mascotas felinas, Mysy y Sofy, les hubiera gustado o no. Sospecho que a Mysy, ya fallecida, le hubiera gustado en cualquiera de sus variantes.
Lo que sí he tenido en casa, aunque no muy frecuentemente, son finas lonchas de jamón, para hacer un pequeño bocadillo de semana en semana.
A Mysy la encantaba las finas lonchas de jamón. Recuerdo que no me dejaba en paz hasta que la invitaba. Para ella era una golosina especial. ¡Lo devoraba!
Hace un mes, estando en el supermercado, recordé que hacía más de siete años que no compraba lonchas de jamón; así que, en lugar de lonchas de mortadela o de chóped de pavo, adquirí un pack de lonchas de jamón.

Sofy, comiendo placenteramente.

Al hacerme un bocadillo, el ruido del envoltorio hizo que Sofy viniera corriendo donde yo estaba, pensando tal vez que era su sobre de sabrosa comida húmeda. Corté un trocito de la fina loncha y se lo di, pensando que seguramente lo rechazaría como ocurría con la mortadela o el chóped de pavo. Lo olió unos segundos y … ¡Sorpresa! No sólo se lo zampó con gusto, sino que alzó sus patas sobre mis rodillas y comenzó a maullar pidiendo más. La di dos trocitos más, se los zampó en un momento, y me pidió más. La di, troceada, el resto de la loncha; y en menos de un minuto lo zampó, relamiéndose a gusto y pidiendo más.
Cuatro días más tarde volvió a ocurrir lo mismo. Sólo que esta vez se me cayó al suelo un trocito de loncha. Lo recogí y lo tiré a la basura. Sofy se acercó al cubo de la basura, aún sin tapar, metió la cabeza y empezó a oler hasta localizar el trocito de jamón. Metió la zarpa y comenzó a arañar hasta sacar lo que quería, que se zampó en un momento.
Definitivamente, a los gatos les gusta el jamón. La mortadela o el chóped, para nosotros, los humanos; para ellos, los dueños de las casas, el jamón.


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