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sábado, 24 de noviembre de 2018

El color de pelo de gato







Hay gatos totalmente blancos, al igual que hay gatos totalmente negros. Hay razas de sólo presentan dos o tres colores determinados; mientras que otras pueden tener hasta 281 colores diferentes, como el Oriental Shorthair. De forma similar a la piel humana, es la melanina que determina los colores del pelaje de los gatos. La melanina posee dos componentes: la eumelanina y la feomelanina; y según la proporción y combinación de ambos se determina el color del pelaje de cada gato.
 
Resumo en dos tablas los colores más frecuentes:

Los once colores sólidos
(para un único color del pelaje gatuno)

Negro

Blanco

Gris

Crema

Azul

Canela

Cervato

Chocolate

Sable

Lila

Rojo
Colores según sistema RGB

Otros Otros colores frecuentes no sólidos
(para bicolores o tricolores)
Café
Marrón claro
Sepia
Camafeo
Naranja
Amarillo canario
Mermelada
Plata
Beige
Marrón oscuro
Pardo
Colores según sistema RGB




En la fertilización del gatito, 19 cromosomas del padre se unen con 19 cromosomas de la madre para formar esos 38 cromosomas de cada célula. En los humanos hay 46 cromosomas de cada célula. Un cromosoma contiene de cientos a miles de genes. Los genes pueden ser o dominantes (son los que mandan y determinan la característica concreta) o recesivos (todo lo contrario).
 
Los gatos solamente tienen dos pigmentos que dan color al pelaje: rojo (feomelanina) y negro (eumelanina). La ausencia de ambos da lugar al color blanco. La cantidad de melanina es transmitida genéticamente, por lo que para prever la coloración de una camada de gatitos, es necesario prestar atención al color y al linaje de sus padres.
 
Para generar gatos blancos, es preciso que por lo menos uno de los padres venga del linaje de genes blancos. El color blanco es producido por una gran cantidad de genes y está presente en muchas razas. Se descubrió que los gatos blancos con ojos azules son portadores de un gen que ocasiona sordera.

Se llaman gatos sólidos a los animales unicolores. Los colores conocidos son negros, blancos, gris, crema, lila, azul, sable, cervato, chocolate, rojo, canela y chocolate. Los gatitos Bicolores deben tener un padre o una madre bicolor. Lo mismo sucede con las variedades Colorpoint.
 
Un color café, pardo o sepia es llamado sable y es exclusivo del Burmés. Gatos verdes no existen.

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Para ampliar este contenido, dejo un enlace a uno de los lugares visitados:

https://misanimales.com/catalogo-colores-gatos/

viernes, 2 de noviembre de 2018

A Sofy le gusta el jamón




¿A quién no le gusta el jamón? Posiblemente a nadie. Y más si es jamón ibérico; y mucho más si es el denominado pata negra. A todos les gusta. Habrá personas que digan que no les gusta, pero pienso que lo dicen para salvar su dignidad, no porque realmente sea así, al ser conscientes de no tener los recursos económicos para adquirirlo con cierta frecuencia. Personalmente prefiero el jamón cocido que el curado, pero eso va en gustos.
Habrá quienes digan que a los musulmanes no les gusta el jamón. ¡Falso! No lo comen porque su religión se lo prohíbe, y no porque lo rechace su paladar; como tampoco rechazaría su paladar el redondo, el filete de Sajonia, el secreto, y otras sabrosas carnes del cerdo.

Sofy, observando atentamente una mosca.

 ¡Gato a la vista! ... ¡Rápido, guarden el jamón!
A los gatos les pasa como a las personas, que les encanta el jamón.
Y lo sé por experiencia, no porque lo halla leído en algún sitio.
En mi casa nunca he tenido jamón, ni curado ni cocido. Por ello no he podido saber si a alguna de mis mascotas felinas, Mysy y Sofy, les hubiera gustado o no. Sospecho que a Mysy, ya fallecida, le hubiera gustado en cualquiera de sus variantes.
Lo que sí he tenido en casa, aunque no muy frecuentemente, son finas lonchas de jamón, para hacer un pequeño bocadillo de semana en semana.
A Mysy la encantaba las finas lonchas de jamón. Recuerdo que no me dejaba en paz hasta que la invitaba. Para ella era una golosina especial. ¡Lo devoraba!
Hace un mes, estando en el supermercado, recordé que hacía más de siete años que no compraba lonchas de jamón; así que, en lugar de lonchas de mortadela o de chóped de pavo, adquirí un pack de lonchas de jamón.

Sofy, comiendo placenteramente.

Al hacerme un bocadillo, el ruido del envoltorio hizo que Sofy viniera corriendo donde yo estaba, pensando tal vez que era su sobre de sabrosa comida húmeda. Corté un trocito de la fina loncha y se lo di, pensando que seguramente lo rechazaría como ocurría con la mortadela o el chóped de pavo. Lo olió unos segundos y … ¡Sorpresa! No sólo se lo zampó con gusto, sino que alzó sus patas sobre mis rodillas y comenzó a maullar pidiendo más. La di dos trocitos más, se los zampó en un momento, y me pidió más. La di, troceada, el resto de la loncha; y en menos de un minuto lo zampó, relamiéndose a gusto y pidiendo más.
Cuatro días más tarde volvió a ocurrir lo mismo. Sólo que esta vez se me cayó al suelo un trocito de loncha. Lo recogí y lo tiré a la basura. Sofy se acercó al cubo de la basura, aún sin tapar, metió la cabeza y empezó a oler hasta localizar el trocito de jamón. Metió la zarpa y comenzó a arañar hasta sacar lo que quería, que se zampó en un momento.
Definitivamente, a los gatos les gusta el jamón. La mortadela o el chóped, para nosotros, los humanos; para ellos, los dueños de las casas, el jamón.