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jueves, 29 de noviembre de 2012

Sofy estresada



Últimos días de octubre. Me topo con una conocida que tiene un gato enfermo, Leo. Me dice que en la ciudad hay una nueva clínica veterinaria cuya dueña es experta en gatos. Al día siguiente me facilita la dirección y me pongo en contacto con la clínica. Deseo una segunda opinión sobre la supuesta alergia de Sofy.
Una vez más en cuanto ve la jaula de transporte huye, se esconde. Cuesta más de quince minutos localizarla y encerrarla. Junto con un amigo la llevo a la nueva clínica veterinaria. Nos hacen pasar a una habitación “para gatos” y esperamos un poco.
La veterinaria y una ayudante la examinan y la auscultan. Tras casi una hora de charla con la veterinaria tengo las cosas algo más claras, como que los granos en barbilla y cuello que tenía y que no ha vuelto a tener era acné felino, algo frecuente que no tiene que ver con alergias.
 
Sofy bostezando tras una siesta.
La veterinaria piensa que lo que Sofy padece es estrés, causado por el cambio de vida y la adaptación al nuevo hogar tras ser adoptada.
También me dice que el estrés de los gatos es distinto al de los humanos, más delicado y de más difícil tratamiento. Me indica que cualquier cambio en su rutina les produce estrés, como un cambio de casa, otro animal en el hogar, un cambio de comida, o simplemente un cambio de muebles. Me recomienda para combatirlo un dosificador de feromonas. 
El objetivo es que no se lame (asee) tan frecuentemente, evitando zonas de la piel enrojecidas y con peligro de infección.
También me recomienda cambiar de pienso, darla otro más rico en proteínas y que refuerce la fina y delicada piel de un gato. 
En lugar del tratamiento con Urbasón y Ciclosporina, me recomienda una inyección de efecto retardado que dura 10 días. Acepto. Me indica que a diferencia de otras, la inyección es intracutánea, no bajo la piel, y por ello la dolería algo. La sujeta bien mientras la ayudante clava la aguja e inyecta el líquido. Sofy ni se inmutó, lo que las sorprendió bastante.
Salgo de la clínica con el dosificador de feromonas y el nuevo pienso.
Y a volver a los diez días para revisión.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Estadísticas engañosas



Consultados diversos foros sobre el tema de las lesiones producidas por un gato al caer desde una determinada altura, observo que a partir de una altura de 15 metros más de la mitad de los gatos fallecieron, y la mayoría de los restantes resultaron con lesiones graves o leves. Por debajo de los 15 metros encuentro un 40% con lesiones leves y un 60%  ilesos.
Curiosamente doy con otra página web de una clínica veterinaria donde presentan una estadística sobre los gatos que la gente les ha llevado por caídas al vacío de un cercano rascacielos. Según dicha estadística el 90% de los gatos que cayeron desde 2 a 6 pisos de altura sobrevivieron a pesar de las heridas; curiosamente también sobrevivieron el 95% de los que habían caído entre 7 a 32 pisos de altura. Esto último no es creíble. No es que la estadística esté mal hecha o sea falsa. Sencillamente, a mi modo de ver, faltan los gatos que fallecieron en la caída, muchos o muchísimos, y que la gente no los llevó a la clínica al ser evidente que estaban muertos. Es decir, la estadística se realizó no con los gatos que se precipitaron al vacío, sino con los que la gente llevó a la clínica tras precipitarse.

Incidiendo en lo dicho en un anterior spot:
Dicen que caen de pie. ¡Depende de si tienen tiempo para arquear el cuerpo!.
Dicen que hay una velocidad máxima en caída libre. ¡Mejor no probarlo!.
Dicen que tienen 7 vidas. Con una sola, larga y placentera, es bastante. Lo demás son temeridades.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Caída al vacío de los gatos



Investigo en varios sitios de la web sobre el peligro de caer al vacío de un gato tras saltar a una ventana abierta. Recojo información y opiniones, analizo, deshecho algunas cosas y puntualizo otras.

“Los gatos son muy ágiles y flexibles ante una caída. Al caer, tienen la facilidad de darse la vuelta en el aire y modificar su centro de gravedad. Arquean su cuerpo y caen de pie. Adoptan la posición de máxima resistencia al aire.”
Si un gato cae desde un primer, segundo o tercer piso, es probable que no tenga tiempo de girarse adecuadamente. Y la caída le podrá ocasionar lesiones importantes, aunque muy raramente la muerte.
Todos los gatos son distintos entre sí, y por tanto cada gato tiene una capacidad de reaccionar diferente, lo que hace empleen diferentes tiempos para girarse adecuadamente y poder amortiguar el impacto.
Curiosa serie de imágenes del giro de un gato en caída libre.

“Si se habla de alturas entre 15 y 20 metros la mayoría de los gatos tendrán tiempo de darse cuenta de lo que ocurre, reaccionar, y preparar la caída.”
Pero el que caigan de pie no significa que no se vayan a lesionar, pues lógicamente las patas, la mandíbula y la panza, en ese orden, van a recibir un fuerte impacto.
”A partir de unos 20 metros de altura, el rozamiento con el aire impedirá que el animal adquiera demasiada velocidad, pues hay una velocidad máxima en caída libre que en el caso de los gatos es de unos 100 km/h, y a dicha velocidad un gato no se mata.”
Pero eso no quita de que sufra fracturas y lesiones diversas, tanto externas como internas.

martes, 13 de noviembre de 2012

Sofy y las ventanas



Los gatos son muy curiosos, les gusta mirarlo todo, pasear por todos los sitios, meterse por todos los huecos y rincones de la vivienda.
Al mismo tiempo les encantan las alturas, escalar por alguna cortina, saltar encima de sillas, mesas, estanterías y muebles varios.
Las ventanas suplen con creces las dos aficiones apuntadas: Desde una ventana, a la que previamente tienen que saltar, observan la calle, curiosean un mundo fuera de su territorio.
En cuanto abro la ventana de la habitación por las mañanas, Sofy viene corriendo y salta a la pequeña repisa. Unas veces de pie, otras tumbada, se pasa un buen rato mirando el patio vecinal, habitualmente vacío y con escasos ruidos.
Cuando se abre una ventana que da a la calle, lo mismo: En cuanto la ve abierta se acerca, tantea el salto, brinca a la repisa, se pasea un buen rato por ella, y finalmente se acomoda, tumbada, mirando con suma curiosidad el tránsito de la calle.

Foto de Sofy en la repisa de la ventana.
Pero la ventana del comedor no tiene repisa. Un salto significaría caer al vacío. Normalmente se acomoda sobre un estante o sobre el sofá más próximo y mira la ventana fijamente. Otras veces se acerca, se pone entre el cristal y la cortina interior, y observa la calle. Durante mucho, mucho tiempo. Sea de día o de noche. ¿Siente nostalgia de los tres o cuatro meses que pasó correteando por las calles de Madrid junto a su madre y su hermana?.
Las ventanas son un peligro para los gatos. Un salto mal calculado, una ventana sin repisa, significa caer al vacío.
Dicen que caen de pie. ¡Depende de si tienen tiempo para arquear el cuerpo!.
Dicen que hay una velocidad máxima en caída libre. ¡Mejor no probarlo!.
Dicen que tienen 7 vidas. Con una sola, larga y placentera, es bastante. Lo demás son temeridades.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Sofy es visitada por María



Principios de septiembre. Me visita María, de la Asociación Felina de Madrid.
Sofy se esconde tras el sofá del comedor al oír entrar gente en casa.
Al ser descubierta sale del comedor e intenta esconderse en alguna habitación, pero encuentra las puertas cerradas.
María la coge en brazos. Al principio Sofy intenta zafarse, pero luego parece estar cómoda, al menos el tiempo suficiente para sacar algunas fotos.
La encuentra a Sofy más grande y señorial que cuando me la trajeron con ocho meses de edad. Ha pasado ya algo más de medio año.
Respecto a la alergia atópica de Sofy me comenta que desde pequeña comía un pienso específico hasta que yo la adopté. “Es muy posible que sea el cambio de pienso”, me indica.
Me deja una muestra del susodicho pienso  y me dice que en breve me trae más, mientras yo lo busco en las tiendas.
 “Si no es el pienso, podría ser la arena higiénica”, me comentó antes de irse.
Ha sido imposible encontrar la marca de pienso que tomaba Sofy en toda la ciudad. La encargo por Internet y me llega a casa a los tres días.

Curiosa foto de Sofy reposando sobre el scáner.
Llevo todo el mes de septiembre dándola dicho pienso. Seguiré así en octubre y parte de noviembre. Si en estos tres meses desaparece la alergia, quedará claro que la causa es el pienso.

martes, 6 de noviembre de 2012

La cuna de Sofy



En tiendas para mascotas venden cunas apropiadas para ellas. Las hay muy confortables y vistosas. Y lo ideal sería que la mascota durmiera en ella.
No sé de nadie que haya comprado o hecho una cuna para un perro casero.
Visitando algunos foros de Internet observo que el uso que hacen los gatos de una cuna es nulo o muy escaso. Tal vez cuando las gatas tienen gatitos, al servir la cuna de refugio seguro, pero en el resto de sus vidas…
A mi anterior mascota, Mysy, mi hermana la fabricó una cuna para que durmiera en ella en lugar de hacerlo en los sofás o en las camas. Resultó un fracaso. Sólo durmió en ella algunos días de verano, de mucho calor. La razón era que el fondo de la cuna era un cartón, que al parecer la refrescaba en los días más calurosos.
Sofy dormitando en su cuna.¡Qué raro!.

A mi actual mascota, Sofy, la compré una cuna como se ve en la foto. A los diez días de tenerla se acostó de forma voluntaria para mi sorpresa; pero antes de una hora la abandonó. Meses después mi hermana la metió en la cuna, no sin esfuerzo; y aguantó en ella un par de horas. En todo el tiempo restante sólo otra vez la he visto acostarse en la cuna, tras amasar múltiples veces el mullido del fondo.
Antes de venderla o regalarla, esperaré al próximo invierno, haber si con el frío Sofy la utiliza para sus frecuentes e interminables siestas.
Y es que los gatos prefieren dormir en las camas, a los pies de los dueños, en primera opción. En segunda opción prefieren un sofá individual, o en su defecto el lateral de un sofá múltiple. Si fallan las opciones anteriores se buscan una confortable silla, con mullido, para sestear. Y si falla todo lo anterior, o están aburridos, se tumban encima de una mesa, de un escáner, de una impresora o de un montón de papeles.
Lo que nunca van a hacer un  gato es dormir en el suelo, aunque sí sobre la alfombra de la habitación de los dueños. Ya he relatado que los primeros días Sofy dormía en el suelo, en un rincón de la habitación o tras el sofá del comedor. No me contradigo. Su comportamiento no era normal: Estaba asustada, expectante, llena de miedos, pasando el difícil trámite de adaptarse a un nuevo hogar. 

jueves, 1 de noviembre de 2012

Esto es caca.¡A tapar!



Es muy curioso cómo los gatos cubren de arena el pis y la caca que producen. Primero se pasean alrededor de la bandeja higiénica, sin prisas, luego se suben a ella  husmean cada palmo, supongo que buscando la zona más seca, más adecuada. A veces repiten estos pasos dos o tres veces hasta decidirse a hacer un agujero, escarbando con las zarpas, para depositar en él el pis o la caca. Y por último escarban alrededor, arrojando la tierra sobre las deposiciones hasta cubrirlas. Rara vez dejan visible algo de las mismas, dándose uno cuenta que han hecho sus necesidades por el pequeño montículo que se forma. Eso es muy de agradecer, porque así, si tardas un tiempo en darte cuenta, al estar cubiertas de arena, las cacas se secan y no huelen, de modo que no hay prisa por retirarlas de forma inmediata.
El pis de los gatos es otra cosa distinta. Aunque orinan muy poco y en pequeña cantidad, salvo que estén enfermos, el pis huele mucho y mal, aunque esté cubierto. Ello obliga a reponer la tierra parcial o totalmente cada dos o tres días, lo que es muy aconsejable aunque se tenga la bandeja en una zona aireada de la casa.

La bandeja higiénica de Sofy

Observo a Sofy escarbando alrededor de la bandeja higiénica. Ha hecho sus necesidades y las ha cubierto, pero sigue escarbando alrededor, fuera de la bandeja. Me extraña, pues a mi anterior mascota, Mysy, nunca se lo había visto hacer. Consulto en Internet y tras un buen rato buscando, un supuesto experto dice que con este comportamiento anómalo el gato está indicando a su dueño que la bandeja está sucia, que cambie la arena ya.
Días más tarde, con la arena recién renovada por completo, vuelvo a ver a Sofy en ese extraño comportamiento. Concluyo que el experto aludido no es tal.
Hoy Sofy, ¡por fin!, me ha desvelado el porqué de su extraño comportamiento. La arrojé al suelo un trocito de bizcocho, algo duro, pero que aún desprendía un cierto olor a limón. Sofy se acercó enseguida, lo olió, puso un gesto de repulsa y a continuación comenzó a escarbar alrededor del trocito de bizcocho, arrojando sobre el mismo una invisible, por inexistente, arena. ¡Estaba claro! Aquello no la gustaba, aquello era caca; y por lo tanto había que taparlo con arena.