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viernes, 25 de mayo de 2012

Cambio de nombre


Hoy, 23 de Marzo, hace un mes que Mincha está en mi casa. Creo que se ha adaptado bien, que ya controla su territorio y tiene confianza, lejos de los miedos y temores iniciales. Un gesto que corrobora lo dicho es el de seguirte a todos los sitios y si estás dentro de una habitación, tumbarse en el umbral a la espera de que salgas. Lo malo es que al salir, muchas veces no hace ninguna mención de levantarse y tienes que saltar sobre ella para no pisarla.

Mincha echada en el umbral.

Desde hoy, 24 de Marzo, Mincha ya no se llama Mincha. Se llama Sofy, abreviatura de Sofia. La estaba buscando un nuevo nombre, porque Mincha no me terminaba de gustar. Barajaba nombres como “Bigotes”, “Copo de Nieve”, “Piti”, “Tricolor”, “Misina”, … Pero no encontraba el nombre perfecto. De pronto mi hermano la llamó Sofi, sin saber que la estaba buscando un nombre definitivo. Me sonó muy bien, me gustó.

Sofy dormitando en su rincón del sofá.
Sofy, para un gato, es más sonoro y apropiado que Mincha.

miércoles, 23 de mayo de 2012

¿Comen pan los gatos?


¿Comen pan los gatos?. Se me podría contestar que teniendo hambre comen de todo. Y yo respondería que eso va con los perros, pero no con los gatos. Mi anterior mascota, Mysy, jamás comió pan, galletas o algo similar.
Fundamentalmente la comida de un gato se basa en carne y pescado, un mínimo de verduras, agua y un poco de hierba fresca de vez en cuando.

Me encontraba cenando. Se empeñó en que la invitara. Para que me dejara en paz, la arrojé un trozo de pan de molde para que jugara con él como si se tratase de una pelota. Pero en lugar de jugar ... ¡Increíble!: Se lo comió.
En otra ocasión, saltó sobre una rebanada de pan de molde que me había sobrado y comenzó a raspar y raspar con la lengua la parte blanca, dejando sólo el cerco de la corteza. Me extrañó mucho, pues acababa de comer del bol de pienso.
Mincha devorando una rebanada de pan.
En una tercera ocasión, y esta vez adrede, la arrojé al suelo una rebanada de pan de molde; y repitió la operación de devorar la parte blanca del mismo.
¿Acaso, antes de adoptarla yo, ante la falta ocasional de comida adecuada, la habían acostumbrado a comer de todo, incluido pan?. Es posible.

Por el Día del Padre la di una tarrina de comida húmeda, tipo paté para gatos. Se la devoró de una sentada a base de raspar y raspar con la lengua, lo que no hacía con su bol de pienso. Para Mincha fue todo un manjar.

lunes, 21 de mayo de 2012

El sentido de la vista en los gatos



El sentido de la vista en un gato es crucial para la caza, tanto como el oído. "Sus ojos se concentran en la presa excluyendo todos los demás objetos. En ese momento es lo único que ve con total nitidez. Lo demás es una masa borrosa". Es lo que ocurre cuando juega con ratones, pelotas u otros objetos; que en realidad está “cazando”.
El ojo es como el “gran angular” de una cámara fotográfica. Cada ojo tiene un ángulo de visión de 205º. Además su ojo le permite una mayor absorción de luz, lo que hace que vea en la oscuridad entre 5 y 6 veces más que nosotros.
La visión del gato es óptima entre 2 y 6 metros, pues es la distancia que mejor enfocan. Fuera de ese rango ven mal, con poca nitidez.
 
Cuando la oscuridad es total los bigotes sustituyen a los ojos. "Todos los objetos producen perturbaciones en el aire que los rodea, cambios que los bigotes detectan. Este radar le permite caminar entre objetos que apenas ve, como si sus bigotes fueran otro par de ojos". Incluso a plena luz he visto, asombrado, y varias veces, a mi anterior mascota moverse sigilosamente sobre un tablero de ajedrez sin mover ninguna pieza. ¡Fascinante!.
También he leído que los bigotes sirven a un gato como antenas para calcular las distancias en los prolegómenos de dar un salto. De ser eso cierto, que yo no lo dudo tras observar las escasísimas veces que ha fallado en un salto, se podría pensar en un sentido distinto al de la vista; un sentido extraordinario del que los humanos carecemos, aunque en nuestro caso lo suplimos con la superior inteligencia.

Los ojos de Mincha.

Estudios recientes demuestran que los gatos pueden ver el azul, el verde y el amarillo. Sobre si ven o no el rojo hay disparidad de criterios. En cierta ocasión la familia compró un escobón con colores verdes y amarillos claros. El gato, en cuanto veía el escobón se acercaba a él,  le bufaba y le hincaba las uñas una y otra vez. Se volvía realmente agresivo. ¿Eran los colores?. Posiblemente. Hubo que cubrirlo con celo para poderlo utilizar en presencia del gato. Con el resto de escobones que conoció, de colores claros u oscuros, se llevó perfectamente.

"Un gato tiene dificultad para ver objetos inmóviles, pero los capta enseguida si se mueven". Eso yo no lo sabía hasta hace unos días, por ello pensaba que mi anterior mascota veía mal. Si dejas un objeto ante sus narices, a escasa distancia, ni se entera. Si ese mismo objeto, u otro mucho más pequeño, lo mueves o lo tiras a una cierta distancia enseguida lo ve y se lanza a por él en una frenética carrera. ¡Lo contrario que los humanos!.

sábado, 19 de mayo de 2012

Pelotas de goma, el juguete predilecto.


En cuanto me oye levantar de la cama se acerca corriendo y entra maullando en el dormitorio.
La limpio el bol de comida, casi vacío, y el de agua; y tras llenárselos la observo mientras come. Tiene apetito. Se sienta sobre sus patas traseras y está un buen rato ronchando el pienso seco. Por primera vez come tranquila, sin distracciones, sin miedos ni sobresaltos. Luego bebe durante unos veinte segundos. Todo ello me indica que se está adaptando bien y deprisa.
Cuando voy a la cocina me sigue maullando y se acerca al frigorífico. Sabe de dentro tengo lonchas de pavo. La doy una, en trocitos, y lo devora como si no acabara de comer su pienso.

Mincha transportando la pelota de goma.

Mi hermano se empeña en que la tire una pelota para que juegue. Le digo que las pelotas de goma, muy blanditas y de colores llamativos, las tengo reservadas para más adelante, cuando se aburra de jugar con los ratones. Pero no me hace caso y la tira una. Al ver botar la pelota se lanza hacia ella y la golpea con las patas delanteras una y otra vez, a la vez que corre por todo el comedor tras ella. ¡Todo un espectáculo!. Hacía ya siete u ocho años que mi anterior mascota, Mysy, ya no jugaba con las pelotas.

Al día siguiente pude contemplar, asombrado, que cuando se cansaba de jugar con la pelota la cogía con la boca, mordiéndola, y se la llevaba debajo de la mesa del comedor.
Digo que me asombró porque Mysy, mi anterior mascota, tardó mucho tiempo en darse cuenta que una pelota se podía transportar con la boca: Cuando la pelota dejaba de botar y de moverse, Mysy venía maullado a mí para que se la lanzara de nuevo. En ese sentido Mincha es más independiente al jugar sola, salvo que se la pierda la pelota, en cuyo caso, por extraño que parezca, no me pide que se la busque.

lunes, 14 de mayo de 2012

Dos semanas



Hoy viernes, 9 de marzo, Mincha cumple dos semanas en su nuevo hogar. 
Una hora antes de levantarme la oí comer y lo que es más extraño, maullar. 
En cuanto me levanté, al oír ruido, entró corriendo en mi cuarto. Muy extraño, pero positivo. Hasta ahora se pasaba toda la noche escondida entre la pared y el sofá, saliendo sólo para comer algo. Incluso  aunque la llamase, tardaba su tiempo en darse por enterada.¡Y eso que al acudir por la mañana a la cocina la esperaba una fina loncha de choped de pavo!.
Por lo visto, las visitas que tenía mientras esperaba que la adoptasen la daban un poco de pavo. Sabedor de ello, había comprado unas lonchas de chóped de pavo y otras de jamón york para alternarlas con el seco pienso de vez en cuando. Al jamón York no lo hacía ni caso, lo despreciaba… ¡Extraño!. Mi anterior mascota, Mysy, devoraba de la misma manera las lonchas de pavo que las de jamón york las escasas veces que la ofrecía alguna.
Mincha, algo enfocada, devorando una fina loncha de pavo.
 También hoy, por primera vez, al abrir unos minutos la puerta de la calle, se ha atrevido a cruzar el umbral y husmear un ratito el descansillo de la escalera. Me he alegrado porque significa que ya no está tan acobardada, deprimida, que ya va tomando confianza a su territorio. Pero por otra parte, si se la ocurre un día tomar escaleras abajo o escaleras arriba, me puede dar un susto; sobre todo si no me entero que ha salido de casa. 

viernes, 11 de mayo de 2012

Cazando pipas


Compro un extensor para recoger cosas del suelo sin tener que agacharme. Ya no tengo la espalda para estar continuamente recogiendo cosas del suelo. Aunque no tuviera mascota lo habría comprado igualmente. Recuerdo que con la anterior mascota, Mysyf, estaba todo el día recogiendo pelotas y un sinfín de objetos que el gato perdía o dejaba tras cansarse de jugar.

Hoy he observado que se ha bebido un bol de agua y comido casi tres bolees. ¡Eso está bien!. Lo mejor es que la última vez que ha bebido agua delante de mí ha estado un buen rato, casi 30 segundos, y no los 5 o 6 de otras veces. Y es que, teniendo algo de sed, es una eternidad lo que debe estar un gato sobre el bol de agua para llevarse al estómago la cantidad precisa, incontables veces de sacar la lengua, mojarla en agua y llevarse unas gotas a la boca.

Mincha jugando con una pipa.
Había perdido los dos ratones de juguete y los tres cacahuetes que la había arrojado. Los buscaba dando vueltas por todo el comedor, sin éxito.
Yo estaba comiendo pipas y se me ocurrió arrojarla una pipa al suelo, cerca de donde se encontraba. ¡Y comenzó el espectáculo!. Golpeaba una y otra vez con sus zarpas delanteras la pipa y se le llevaba por todo el comedor. Cuando, tras perderla, lograba encontrarla, se alzaba sobre sus patas traseras y luego se dejaba caer mientras asentaba un golpe a la indefensa pipa.
Me levanté y fui a buscar la cámara para hacerla un video, pero a la vuelta ya se había cansado de jugar a “cazar pipas”. ¡Otra vez será!.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Un poco de historia gatuna


El ancestro del gato doméstico es el gato montés (salvaje) africano, especie que todavía existe. Un estudio que publica la revista Science asegura que los gatos se domesticaron a sí mismos por su cuenta e interés, al encontrar la supervivencia junto a los primeros agricultores en Oriente Próximo hace unos 10.000 años. “El gato es el único animal que ha elegido domesticarse, por eso nunca se sienten subordinados”.
El gato se acerca a los graneros en el Antiguo Egipto (3000 años AC) atraído por la gran oferta de roedores, lo que fue interpretado como un envío divino para proteger sus cosechas, viendo al gato como exterminador de roedores, insectos y serpientes. Fue divinizado en forma de  una diosa llamada Bastet  que tenía cuerpo de mujer y cabeza de gato. En el antiguo Egipto, matar un gato era un crimen castigado con la muerte. Los gatos eran momificados, y pequeños ratones puestos en sus tumbas. En Egipto la raza Abisinio era la única raza que había.

La diosa Bastet y una momia de gato.

El gato llegó a India y China de la mano de los comerciantes fenicios sobre el 500 a.C. y no fue hasta las grandes conquistas del Imperio Romano, que el gato no llegó a Europa y Rusia sobre el 100 d.C. Tras la muerte de Cleopatra, los gatos dejaron de ser protegidos por las leyes y con la caída de Egipto, esa  falta de protección difundió una raza de gatos mejor adaptada para sobrevivir: el europeo doméstico, que terminaría por ser la raza más conocida del mundo.
Algo más tarde llegó a Japón, donde fue muy bien considerado. El Islam se muestra muy favorable hacia este animal, por el que Mahoma sentía gran afecto, tanto que les dio a los gatos entrada al Paraíso.

Mosaico romano de Pompeya y lienzo japonés.

En el Occidente Medieval del año 961 se comienza a identificar a los gatos con entes malignos, compañeros malditos de brujas, debido a su relación con los antiguos “cultos paganos”. En el año 1022 los gatos eran animales "condenados" como, el sapo, o el macho cabrío. Los gatos eran quemados vivos en las plazas de las ciudades, especialmente tras el azote de la “Peste Negra” (25 millones de personas muertas en 20 años). Ello casi acaba con la población de gatos en Europa, cuando en realidad éste era el mejor método para luchar contra la plaga, provocada por las ratas.

Típica ilustración de bruja y gato.

A partir del Siglo de las Luces el gato fue recuperándose, y así, su eterno enemigo, el ratón, se convirtió en su salvador, al volver a su tarea en los graneros. Su aparición en Norteamérica tuvo que esperar hasta las primeras misiones jesuitas en Québec, 1500 d.C., y a la llegada de los primeros inmigrantes británicos en el 1620. Se cuenta que a Napoleón le aterrorizaban los gatos. Sin embargo se sabe que Abraham Lincoln era un gran amante de los gatos.
A fines del siglo pasado se inicia la cría organizada y también comienza un cambio en la relación hombre-gato con un ascenso en la valorización como animal de compañía. Actualmente existen más de 50 diferentes razas de gatos.
En el año 1985 se registra por primera vez en EEUU que la población de felinos (50 millones), sobrepasaba la población de caninos (49 millones), manteniéndose actualmente esa tendencia.

viernes, 4 de mayo de 2012

Primeras fotos "profesionales"


Vienen a verme dos amigos, uno de ellos fotógrafo. Mincha se esconde tras el sofá. No sale. Maxi, el fotógrafo, retira algo el sofá y la hace sus primeras fotos. Hace veinte años, también hizo las primeras fotos de Mysy, aunque fue con cámara analógica, no digital. ¿La diferencia?. Pues que en su día regalé la mayoría de las fotos que me hizo de Mysy, perdí los negativos, y pasaron más de 10 años sin tener una sola foto más de mi primera mascota.
Más tarde Mincha salió de su escondite, se dejó acariciar y a duras penas fotografiar, pues cada vez que la iluminaba el flash directo cerraba los ojos. Menos mal que la cámara de Maxi era mejor que la mía. Eso, y el usar flash indirecto, hizo que en la mayoría de las fotos Mincha saliera con los ojos abiertos.

Mincha fotografiada en su escondite
Al levantarme observo el bol de comida casi vacío. Lo lleno. Al mediodía se ha comido más de la mitad. Lo relleno. Antes de acostarme el bol está casi vacío. Lo lleno. En 10 días ha pasado de comer menos de un bol a comer algo más de dos boles. Eso está bien, pues un  gato casero debe comer entre dos y tres boles para tener una alimentación acorde con su hábitat. 
Pero sigue bebiendo muy poca agua, medio bol diario. No obstante es  buena señal. No he leído en ningún libro ni en Internet que el beber poco sea un síntoma de alguna enfermedad felina. Al contrario, beber mucho puede significar que el gato tenga diabetes o que sus riñones no funcionen correctamente, que es lo que previsiblemente le ocurría a mi anterior mascota, Mysy, en sus dos últimos años de vida.
Mincha descansando en el sofá.
 Aunque algo menos que en sus primeros días conmigo, aún pasa bastante tiempo buscando y llamando a su hermana. No es para menos, pues me acabo de enterar que “exceptuando a su hermana con el resto de los gatos del rastro (el piso de acogida de Madrid) no quería nada.” 

martes, 1 de mayo de 2012

Un día de muchas novedades


Por primera vez la veo saltar a la mesita del teléfono fijo, de ahí a una tabla fijada a la pared y, no sin dificultad, saltar encima del mueble bar. Su cabeza casi rozaba el techo.
Me tuve que ir del comedor, por lo cual no sé cómo saltó al suelo; supongo que por el mismo itinerario, pero a la inversa.
Por la tarde, mientras comía cacahuates, la veía dando vueltas al sofá buscando algo. Supongo que los ratones de juguete. Como no tenía ganas de buscarla los ratones, la lancé al suelo un cacahuete. ¡Se volvió como loca!. Durante unos minutos corrió y corrió por todo el comedor golpeando con sus patas el cacahuete. Fue una gozada contemplarlo. Hasta que lo perdió bajo una rendija del mueble bar. La lancé otro. Y el espectáculo se repitió durante unos minutos.

Mincha subida a las alturas

Esa misma tarde, al rato de estar recostada sobre mí, comenzó a asearse. Y sorprendentemente comenzó a pasarme su lengua sobre los dedos de mi mano. Raspaba como una lija, pero me hizo mucha gracia y pensé que era un signo de confianza.
Al rato de ello, mientras la estaba acariciando la barbilla, abrió su boca y me mordió varias veces la mano, sin hincar los dientes. ¡Estaba jugando!, me imagino que de forma similar a cuando estaba con su hermana.
Y para finalizar el día otra sorpresa mayor: Mientras veía la televisión, notaba que estaba a mis pies moviéndose sin parar. Creí que estaba buscando alguno de sus dos ratones o los cacahuetes, pero no. ¡Estaba mordiendo el cordón de mis zapatos y tirando de él!. Así estuvo un buen rato. Y yo me divertí igual que ella. Ya había olvidado lo mucho que les gusta a los gatos jugar con los cordones de los zapatos. Y es que Mysy, mi anterior mascota, hacía más de 8 años que ya no la atraían los cordones de zapatos.